Como pollo sin cabeza

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

19 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El Partido Socialista se desangra. Las últimas encuestas indican que sigue perdiendo votos, arrebatados por Izquierda Unida. La intención directa de voto se sitúa en el 8 %, mínimo histórico. Su electorado, tan castigado por la crisis, encuentra más refugio en otros partidos. El electorado nuevo no llega, condicionado por la gestión anterior y las culpas del desastre, que Rajoy recuerda en cada intervención parlamentaria. Algunas de las propuestas de Rubalcaba se pierden en el marasmo informativo o no traspasan la opinión pública, porque se perciben utópicas o lejanas en el tiempo. Y, por último, el PSOE se encuentra descolocado entre las plataformas sociales y la agresividad de su izquierda. Por eso es fácil reprocharle, por ejemplo, sus contradicciones sobre la dación en pago desde que estaba en el Gobierno a su posición actual en la oposición. Estos son los perfiles que definen su calvario político.

Pero hay una forma de agravarlos, y la han encontrado: suscitar dudas permanentes sobre su liderazgo y crear incógnitas sobre el sucesor de Rubalcaba. Ayer mismo saltaba otra vez el nombre de Eduardo Madina, joven valor, pero quizá más conocido por su participación en programas de radio que por sus aportaciones doctrinales. Y llevan un año con estas dudas metafísicas: con Carme Chacón, con el alcalde de Toledo, con Patxi López. Es como si jugasen a la lotería y cada uno de esos presuntos candidatos llevara un número y esperasen a ver si aciertan. Piensan, quizá, que el problema del PSOE es el del cartel electoral y se equivocarán una vez más.

¿Saben lo que consiguen? Deteriorar la figura de Alfredo Pérez Rubalcaba, que habrá perdido unas elecciones, pero sigue siendo el referente. Transmiten sensación de provisionalidad, que es mortífera en política. Y supongo que desalientan a su secretario general, cuando más necesita impulso y respeto. Y eso no lo hacen los medios informativos, aunque sean su eco. Lo hacen los mismos socialistas, que han perdido la serenidad de saber que faltan tres años para las elecciones y que seguramente pasarán otra legislatura en el desierto, porque no hubo Gobierno que no haya repetido. Increíble. A veces parece que sienten la atracción del suicidio.

Está bien que emerjan figuras nuevas. Así desaparece esa sensación de territorio desértico que a veces produce el PSOE. Pero que no sea para echar a Rubalcaba, leñe. Si quieren sobrevivir al difícil panorama actual, hagan un favor: concéntrense en saber qué pide la sociedad de hoy a un partido de centroizquierda. A partir de ahí podemos hablar. Si no hay esa oferta, parecerán eso que tan gráficamente dicen en los pueblos: un pollo sin cabeza.