Un futuro menos incierto

Xaquín Álvarez Corbacho
Xaquín Álvarez Corbacho LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

20 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El déficit público autorizado por la Unión Europea a nuestras Administraciones en el ejercicio 2012 era el 6,3 % del PIB. Finalizado el ejercicio, el déficit declarado por el ministro Montoro en el Congreso de los Diputados fue el 6,7 %, información recibida por los diputados del partido conservador con un aplauso prolongado y entusiasta. Pero esa cifra no incluía las devoluciones impositivas que la Administración está obligada a entregar, en su caso, a los contribuyentes una vez practicada la liquidación tributaria correspondiente. Estas devoluciones elevan el déficit mencionado al 7,2 % del PIB. Y si a todo ello le añadimos las ayudas recibidas por bancos y cajas financiadas con deuda pública -no por los accionistas de las entidades beneficiadas- el déficit real del ejercicio citado se eleva al 10 % del PIB.

En el ejercicio 2011 el déficit real de las Administraciones públicas fue el 9,4 %. En el 2012 ese déficit es el 10 %. Se imponen sacrificios y penas para para reducir el déficit público, pero ese déficit aumenta al socializar las pérdidas de las entidades financieras. El PIB decae, el desempleo se dispara y la desigualdad económica crece y se extiende de forma alarmante.

Sobre la desigualdad económica interesa resumir las dramáticas conclusiones que contiene un informe reciente publicado por la Fundación Alternativas. En él se indica que España es ya, junto con Estonia, Bulgaria y Portugal, el país más desigual de Europa; que su renta per cápita en el 2012 es similar a la que tenía en el 2002 y que su empobrecimiento es tan intenso como extenso. Las razones que fundamentan estas afirmaciones descansan en el crecimiento brutal del desempleo, en los efectos que ese desempleo tiene sobre los sustentadores principales de los hogares y en las mayores diferencias experimentadas en salarios e ingresos personales, ante el deterioro de los más y el enriquecimiento de los menos. La desigualdad económica también se justifica por las quiebras del sistema fiscal y por la menor capacidad de la protección social. Y si como consecuencia de todo ello los colchones habituales que mitigan las coyunturas depresivas (familia y economía sumergida) están a su vez alterados, no debería sorprender que la tensión social experimente también sus desahogos pertinentes.

Las previsiones económicas para este año 2013 no son mejores en crecimiento, desempleo, protección social y desigualdad. Pero concentrar el excedente social de manera excesiva siempre tiene riesgos. Como también los tiene desmantelar de forma consciente y programada el espacio común donde impera la equidad y la protección social. Vivimos ya tiempos distintos. Despreciar al prójimo de modo sistemático comienza a tener sus costes y el papa Francisco hasta puede reñir a nuestros gobernantes.