E l próximo día 22 se celebran elecciones en el país de los judíos, con muchas incógnitas. Al romperse la coalición de gobierno, queda el presidente Netanyahu con el riesgo de que, aun ganando las elecciones con los 33 escaños previstos, le costará mucho encontrar socios que le den la mayoría de los 61 que necesita para gobernar. Han aparecido muchos partidos pequeños. De ellos destaca La Casa Judía, que lidera un joven carismático. El presidente actual fue abandonado por el Likud, porque lo acusa de haber actuado con debilidad en los problemas palestinos y de dejar en segundo plano el conflicto de Irán. Netanyahu ha hecho una campaña proclamando «Un primer ministro fuerte, para un Israel fuerte» y pidiendo que no se desperdicie el voto con los partidos pequeños.
Israel se juega mucho en estas elecciones porque está rodeado de países hostiles, con una guerra en su frontera con Siria y la cada vez más cercana nuclearización de Irán. Necesita un líder con experiencia y capacidad de mantener los apoyos exteriores que eviten quedarse aislado. Pero tendrá que jugar muy bien sus bazas en un clima de inestabilidad creciente en Oriente Medio, donde encuentra cada vez menor interés de las grandes potencias, más preocupadas por el Lejano Oriente y los problemas que suscita el terrorismo islamista en África (Somalia y Mali). Por eso no es momento para cambiar de líder en Israel.