Ni la herencia de Fraga respetan. Eso dirán algunos sorprendidos con la decisión de Paradores de meter la tijera en la red de establecimientos que con orgullo defendía, como una de sus grandes aportaciones, el ex presidente de la Xunta. Los tiempos cambian, claro, pero igual que no es de recibo que los ajustes se ceben en las familias más desfavorecidas, tampoco se debería hurgar en la herida de las comunidades con más dificultades. El pretendido cierre del Parador de Ferrol es el paradigma del abandono. No se acaba de apostar por la base de la economía local -el castigado sector naval-, pero tampoco se toman medidas para que la diversificación no sea la historia del fracaso que se viene escribiendo desde los 80. Galicia tiene en el turismo un activo que debe potenciarse. Pero en Madrid no les importa. No paran.