Cuando el barquero comenta las pensiones

OPINIÓN

03 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

A Marta, empleada del hogar, que gana 790 euros al mes y tiene dos hijos en la escuela y un marido en paro, ya le anunció su empleadora que en el 2013 no le puede pagar más de 690. El motivo, le dijo, es que «soy profesora de EGB y vengo perdiendo sueldo y poder adquisitivo desde hace años, la paga extra de diciembre me la llevó Montoro, el IVA y el IRPF subieron una barbaridad y mi marido, que trabaja en NCG Banco, está apercibido de despido». «Así que -advirtió- tenemos que compartir el descalabro». Y Marta lo comprende.

En Raxó, donde hay muchos mariñeiros, dicen que ejemplos de estos los hay a patadas, y que la acumulación de recortes se nota ya de manera agobiante. «Y por eso -concluyó el barquero- sería injusto que don Adolfo y doña Pura, cuyas pensiones sumadas levantan 4.356 euros al mes, viesen compensadas sus pagas del 2012 con 917 euros, siguiesen cobrando sus extras de Navidad como siempre, y viesen revalorizados sus ingresos del 2013 en 1.367 euros anuales».

Otro barquero que pasaba por allí también aclaró que a él no le importa que Adolfo y Pura sigan teniendo descuentos en Paradores, usando el AVE con el 30 % de bonificación, haciendo viajes con el Imserso, y disfrutando de limitaciones en el copago sanitario. Pero pide que los euros que cobran los pensionistas sean como los de los trabajadores, los parados y los banqueros, y que lo justo no es que a uno lo traten como pensionista, sino como a persona: «Se cobran pouco, que lle suban -dijo el barquero-; pero se cobran moito, que lle baixen, que todos somos fillos de Deus».

Oyendo razonar a los barqueros, y viendo que el Gobierno vuelve a hablar de incumplir el déficit y de pedir rescate al BCE, creo que Rajoy, aunque acierte en el fondo, se equivoca en la forma, y que él mismo alienta los discursos -muchos de ellos injustos y atolondrados- con los que la calle lo despelleja. Un pensionista no es más que un señor que en vez de cobrar como activo lo hace como pasivo, y por eso es injusto que el tratamiento fiscal de estos señores se haga «por su naturaleza» y no por la cantidad que ingresan. Porque estamos creando un galimatías tremendo, y al final va a parecer más injusto congelarle el sueldo a un pensionista que cobre 2.400 euros al mes, como Adolfo, que rebajárselo a un trabajador temporal, como Marta, que gane 690 y tenga dos niños que alimentar. Como si nadie se diese cuenta de que subirle un 2 % a los pensionistas que cobran menos de 700 euros es una miseria, y subirle el 1 % a los que cobran -en tiempo de crisis- 2.400 puede ser una locura.

El otro disparate es el de siempre: prometer que no se hará lo que luego hay que hacer, y anunciar la rectificación, como hizo Soraya, con lágrimas de cocodrilo. Porque ese modo de actuar deja al Gobierno cada vez más solo, sin que tenga derecho a quejarse de que nadie lo entienda.