Soria y Montoro

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

22 ago 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Tanto monta, monta tanto. Soria como Montoro. Curioso el ruido de sables ofrecido por la pareja. Nadie espera que un Gobierno ofrezca lecciones gratuitas de esgrima con dos ministros ejerciendo de ávidos tiradores. El Ejecutivo recuerda constantemente que cualquier fricción puede perjudicar la marca España y que, en estos tiempos en los que hay mil ojos vigilantes en el exterior, conviene evitar escaladas de tensión innecesarias que empañen el horizonte. Los que ostentan el poder se han cansado de pedir a los ciudadanos que, pese a la que está cayendo, no les monten escenas porque, literalmente, lo pueden pagar muy caro. Que si el pestañeo de un indignado en Coirós provoca el derrumbe del Ibex 35 en Madrid. Que si el aleteo de un funcionario disgustado en Cádiz impulsa la prima de riesgo hasta la estratosfera. Que si un pataleo de un pensionista en cualquier parte de España hace torcer el gesto de Angela Merkel. El descontento debe expresarse de forma delicada y discreta, sin fuegos artificiales. Hay que recibir las puñaladas con distinción y recogimiento, como adultos. Pero Montoro y Soria se han lanzado al ruedo sin disimulos para discutir sobre las tasas eléctricas. Ayer, las compañías del sector, esas que van resucitando alegremente cadáveres políticos en los últimos tiempos, se dispararon en bolsa. Seguramente subieron de forma inversamente proporcional al crédito de los titulares de dos importantes carteras del Gobierno. Los ministros, en su atalaya. Desde arriba insisten en alertar del peligro del efecto mariposa. Quizás no contaban con los elefantes en su propia cacharrería.