El coleccionista de todos los delitos

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

21 mar 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

U n político de la oposición celebró la sentencia de Jaume Matas con un recurso del refranero: «El que la hace, la paga». Habría que matizarlo: «El que la hace en política, a veces la paga». Si deja huellas, si hay quien lo denuncie o si lo pillan, lo suele pagar. Conocemos los casos que han llegado a los tribunales, pero nunca conoceremos aquellos otros de los que habla el rumor y nunca han podido ser probados. En el caso de Jaume Matas se dieron todas las circunstancias para una condena contundente: hubo denuncia, hubo una administración del cortijo balear según sus veleidades personales, hubo un escándalo mayúsculo que ha sido el caso Palma Arena y hubo una Justicia dispuesta a demostrar que es independiente.

La sentencia comunicada ayer es la primera de una veintena que no anuncia nada bueno para quien ha sido ministro reputado de Aznar y modélico presidente de comunidad para Rajoy. Hay que ver lo que engañan las apariencias. Así pasa, así cae, la gloria del mundo. No voy a celebrar que una persona, ninguna, sea condenada a la cárcel. Sí celebro que la Justicia haya entrado en los apaños administrativos que permiten que se repartan prebendas sin control, que se amañen concursos públicos sin ética ni transparencia y se practique un reparto de beneficios que, cuando no son delictivos, son por lo menos indecentes.

Del señor Matas y el conjunto de piezas del caso Palma Arena solo se puede decir una cosa: es difícil que se puedan atribuir a una sola persona tantos delitos al mismo tiempo. Presuntamente ha caído en todos los supuestos que el Código Penal prevé para un político. Debe figurar en el libro de los récords, porque, con perdón de Luis Roldán, ha batido todas las marcas en la carrera de la corrupción. Es un auténtico coleccionista de delitos tipificados. No hay quien dé más: falsedad documental, fraude a la Administración, malversación de caudales públicos, blanqueo de capitales, prevaricación, cohecho, tráfico de influencias, apropiación indebida, delito fiscal y delito electoral.

Ante todo eso, don Jaume Matas es carne de prisión. Si no llega a dormir entre rejas es porque tenemos un ordenamiento jurídico extremadamente amable y comprensivo con esta gente, que le permite apelar al Tribunal Supremo y retrasar el cumplimiento de la pena. Muchos condenados recurren no por considerarse injustamente juzgados, sino como pura estrategia para demorar en el tiempo su ingreso entre las rejas. Para ello solo se necesita algo de dinero, mucho menos del apropiado indebidamente, para hacer frente a los gastos de procedimiento. La proverbial lentitud del alto tribunal, siempre atascado, se encarga de hacer realidad su aspiración. Por eso hay tan pocos ricos en la trena.