El futuro del PSOE

OPINIÓN

03 ene 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

M e parece francamente insólito y algo desvergonzado el documento suscrito por un grupo de socialistas con el propósito, al parecer, de apoyar a Carme Chacón para la sucesión en la secretaría general del PSOE. Creo que algunos de los firmantes debieron de haber hecho su apuesta cuando estaban en el Gobierno. Me refiero a la propia Carme Chacón, a Francisco Caamaño, a Leire Pajín y a otros que parecen deseosos de apearse de su larga y leal colaboración con Zapatero, con el fin de poner distancia para estar mejor situados con vistas al futuro. Son ellos los que ahora se apresuran a reconocer los errores cometidos en el seno del PSOE y del Gobierno (sin ahondar en ellos) y piden «un partido fuerte y creíble, con un liderazgo democrático» colectivo, integrador, progresista y participativo. Pero ¿en dónde estaban ellos cuando todo se estaba haciendo tan mal? ¿Por qué no lo denunciaron entonces? ¿Por qué no dimitieron de sus cargos?

Lo lamento por Rubalcaba y por Zapatero, porque no se merecen estos tardíos reproches por parte de quienes tanto les bailaron el agua cuando se equivocaban. Rubalcaba fue el candidato socialista en las últimas elecciones y libró la batalla -que sabía perdida- con tesón y coherencia, sin piruetas de saltimbanqui. Perdió porque le tocaba perder al PSOE, fuese quien fuese su candidato, como bien sabía Carme Chacón cuando dio su famoso «paso atrás» sin haber dado nunca un verdadero paso adelante. Rubalcaba cumplió bien, aunque los resultados no podían acompañarlo. El ganador era Mariano Rajoy desde mucho tiempo antes, como habían revelado todas las encuestas.

El PSOE podría entrar en una mala etapa de ambiciones desatadas. Esto sería grave, porque es el otro partido indispensable para el buen funcionamiento de nuestra democracia. En el PSOE deberían recordar cómo el PP supo mantener el tipo tras dos derrotas inesperadas. La ambición de algunos socialistas puede acabar en pelea de barrizal. En este caso, los militantes de base podrían convencerse de que su mejor candidato es el aún joven Zapatero, ahora que ha aprendido a no jugar con las cosas de comer. Y en su ausencia, el veterano Rubalcaba. O Javier Solana. Cualquiera, menos uno de estos críticos.