LUÍS VENTOSO | O |
05 jul 2007 . Actualizado a las 07:00 h.LA FAMILIA Hilton ha vendido su imperio hotelero al fondo de inversión Blackstone, por tres billones de pesetas. Como bisnieta del fundador, Conrad Hilton, la legendaria Paris Hilton recibe su pellizco, que la hace aún más multimillonaria. Con su fortuna en el peto, y harta de EE.?UU., donde te enchironan por conducir piripi, Paris decide mudarse a Europa. Chica original, desdeña los destinos clásicos del exilio de oro (Londres, la Costa Amalfitana, Niza) y se afinca en O Salnés. Paris Hilton adquiere en una puja el pazo Bayón, le añade helipuerto, caballerizas y ocho piscinas, e inicia su vida gallega. Galicia la sosiega y hasta adquiere la nacionalidad española. Pero como el reloj biológico avanza incluso en el mundo del colágeno, decide tener un crío. Ante hordas de paparazis nace un bebé rubicundo, al que Paris, como gesto de amor a Galicia, decide bautizar como Xurxo Hilton. Al momento, el Estado le abona a la potentada 2.500 euros por su parto, cantidad idéntica a la que ha cobrado una de sus limpiadoras, que acaba de tener su cuarto hijo y está hipotecada hasta las orejas. A los cinco meses, el pequeño Xurxo Hilton se pilla una moquera. Paris acude al ambulatorio y descubre que, aunque es multimillonaria el Estado le paga el pediatra y hasta las gotitas para la nariz del infante. Cuando Xurxo Hilton empieza a estudiar, la heredera del imperio Hilton, como todos los gallegos, recibe gratis los libros de texto. Y cuando al pazo Bayón le salen grietas, se acoge a unas ayudas de la Xunta para viviendas rurales. Paris Hilton está perpleja ante el sistema social español, que da idénticas prestaciones a ricos y pobres. La conciencia política se le despierta. Subasta todos sus zapatos manolos y con lo recaudado crea una fundación a favor de la auténtica izquierda. Vogue y Vanity Fair la proponen para el Nobel de la Paz. exto