EL DEFENSOR del Pueblo, Enrique Múgica, participó en los cursos de verano que la Universidad Complutense celebra en San Lorenzo del Escorial y ha alegrado el comienzo del verano con una polémica. El Defensor del Pueblo se apunta a la tesis del presidente francés, Nicolas Sarkozy, que pidió recientemente que los alumnos les hablen a los profesores de usted, y propone erradicar el tuteo en las aulas. Al Partido Popular, naturalmente, la propuesta le ha parecido bien, y al PSOE, la proposición le parece superficial porque dice que el respeto ha de trabajarse más en el fondo que en la forma. Y esta apelación a la distinción entre fondo y forma, que nos conduce al terreno del arte, nos obliga a sugerir a nuestras autoridades que, en las aulas, e igualmente en otros ámbitos de nuestra vida, el fondo es tan importante como la forma. Y del mismo modo que un formalista, que no tiene nada que contar, por ejemplo, en el terreno de la literatura, nos parece insustancial; igualmente alguien, que quizá tiene mucho que contar, pero no sabe cómo hacerlo por no hallar la forma, nos termina también pareciendo un autor soporífero. Por desgracia, he conocido alguna persona muy próxima a mí que me quería mucho, pero que, como no encontraba la forma de expresármelo, durante no poco tiempo, incluso la sentí como mi peor enemigo. El Defensor del Pueblo dice que hay que poner freno a la violencia que sufren los profesores. Y ¿quién no estaría de acuerdo? En las aulas, como en los restantes ámbitos sociales, ha imperado la natural ley del péndulo: hemos pasado de aquel criminal «la letra con sangre entra» a la nueva propuesta educativa «el niño es dios: él aprenderá sin esfuerzo» que, como se ha visto, ha dado pésimos resultados. ¿Les importa mucho a los partidos políticos la educación? Sin duda, no. Es una ignominia para ellos que, en el terreno educativo, no sean capaces de pactar una ley de educación de larga duración que orille sus desavenencias particulares. Y ¿qué deberían hacer?: lo que hay que hacer siempre: imitar a los mejores. Si Finlandia es hoy en educación el ejemplo del mundo, estúdiese por qué se obtienen allí tan excelentes resultados educativos.