A la caza de Fatah al Islam

| YASHMINA SHAWKI |

OPINIÓN

22 may 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

SI ENTENDER los acontecimientos de Oriente Medio no es una tarea fácil, ni siquiera para aquellos que hacemos un seguimiento constante de ellos, intentar obtener una imagen coherente y clara de la situación en el Líbano es todavía más complicado. La que en tiempos fue denominada Suiza de Oriente Medio es un complejo puzle con al menos 18 sectas y etnias reconocidas. El 60% de su población es musulmana y el 40% restante cristiana, por lo que mantener el equilibrio del poder resulta muy difícil. Si a ello le añadimos la injerencia foránea, sobre todo de Siria e Israel, así como de los aproximadamente 350.000 refugiados palestinos y los grupos terroristas surgidos a raíz de su presencia en territorio libanés, el cóctel es más que volátil. De ahí que resultara harto difícil finalizar la guerra de 1975 a 1990 y la invasión israelí del pasado verano. Por todo ello, los ataques de las fuerzas de seguridad libanesas a los milicianos del grupo Fatah al Islam en el campamento de Nahr al Bared, rompiendo el acuerdo de 38 años de no intrusión en él, han hecho saltar las alarmas ante la frágil estabilidad del país del cedro. Fatah al Islam, dirigido por Shaker al Abssi, es un nuevo grupo radical, presuntamente vinculado con Al Qaida y apoyado por Siria, escindido a finales de 2006 de Fatah al Intifada. Por su parte, Fatah al Intifada surgió en 1983 con ocasión de la intervención de la OLP en la guerra del Líbano y por divergencias entre el coronel Said al Muragha, más conocido como Abu Musa, y Yaser Arafat. Este movimiento de vocación más izquierdista que la original Fatah acabó convirtiéndose en un títere sirio, de ahí que la escisión de Fatah al Islam se vincule también con el vecino país árabe. Sin embargo, dada la animadversión que Siria siente hacia Al Qaida es más probable que se trate uno más de los numerosos reinos de taifas terroristas que tienen su caldo de cultivo en Estados con fronteras permeables y Gobiernos débiles. Contra ellos, las tropas libanesas están haciendo lo único que pueden hacer: darles caza antes de ser ellos los cazados.