Las hipótesis sobre el fuego

| MIGUEL ÁNGEL SOTO |

OPINIÓN

23 ago 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

LA RECIENTE oleada de incendios en Galicia ha provocado que en las últimas semanas muchos hayan caído en la tentación de plantear hipótesis simples, directas y sin fisuras sobre su origen. Muchas de estas declaraciones han estado marcadas por altas dosis de impotencia y presión social dando lugar a un catálogo de declaraciones cargadas de imprudencia y de falta de memoria. Pecaron de novatos los responsables del Gobierno y de la Xunta cuando en los primeros días de la crisis hablaron de «nueva tipología de incendiario». Al menos desde los años 80 se vienen utilizando en Galicia términos como «terrorismo incendiario», «gente dispuesta a quemar Galicia», «nuevo terrorismo forestal», «organizaciones incendiarias», «incendiarios organizados», «organizaciones que intentan rentabilizar políticamente los incendios», «trama organizada», «incendiarios de escaparate», etcétera. Muchas veces, estas afirmaciones, antes y ahora, iban acompañadas de alguna pista que dejaba caer quiénes podrían ser los «organizados». Y dada la extensa literatura que ha generado el Partido Popular en torno a la teoría de la trama organizada, sorprende que Mariano Rajoy acusara de inmoralidad a la Xunta por alimentar la existencia de supuestas tramas o que ahora se pidan cabezas. De igual manera resulta inaudito que desde el actual Gobierno de la Xunta estén ahora utilizándola como escudo ante la dimensión de la tragedia y la presión de los populares. El fuego parece haber afectado también a la memoria. La CIG criticó en un comunicado el terrorismo forestal afirmando que responde a «los intereses de alguien que pretende sacar rentabilidad de esta situación de terror», copiando literalmente el argumentario que usaba el PP tan sólo unos años atrás, cuando la Xunta acusaba a la CIG. Algunos miembros destacados de la cultura gallega han llegado más lejos afirmando que detrás de los incendios está «gente que ha vivido con rencor el cambio político». Las voces autorizadas en el seno de Nunca Máis han exigido que «quien diga que existen tramas debe aportar pruebas de ello», pero algunas pancartas y gritos en las recientes concentraciones señalan al PP como responsable de la trama incendiaria. El portavoz del PP en el Congreso no ha dejado pasar por alto la detención de un pirómano en Ourense que formó parte de una lista electoral del PSOE. Es de suponer que gran parte de la teoría de la trama organizada descansa en lo que parece ser un signo identitario gallego: el uso del fuego como forma de resistencia local y expresión de animadversiones con la Administración. Una investigación publicada en el año 2005 en la revista Environmental Politics profundiza precisamente en los rituales de resistencia en contra de la expropiación de los montes vecinales en Galicia y la repoblación acometida por el Patrimonio Forestal del Estado hace unas décadas. Un enfoque similar utilizó el fiscal jefe de Galicia, García Malvar, cuando en 1995 incluyó entre sus hipótesis de trabajo el posible nexo criminal entre la conflictividad social en el sector pesquero y la oleada de incendios, durante la negociación de un acuerdo pesquero con Marruecos. O, más recientemente, cuando la ministra Cristina Narbona quiso ver la luz en una trama de ex-trabajadores forestales despechados por no haber sido contratados. Agosto de 2006 serán recordado en Galicia, además de por el desastre ecológico, por el espectáculo político de falta de respeto a la alternancia política y la muerte de la presunción de inocencia. Tan inaceptables eran las acusaciones del PP a los movimientos sociales y políticos hace cuatro años como que ahora se criminalice al PP bajo la tesis de estar escocidos por el desgaste que sufrieron tras la crisis del Prestige o de no haber sabido encajar el revés en las urnas. Si hay tramas convendría ponerles nombre y apellidos, con pruebas, por favor.