23 may 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

ESTE año se celebra el 50 aniversario de la publicación de Pedro Páramo , del mexicano Juan Rulfo, una novela breve que conmovió a toda una generación y que influyó de un modo decisivo en escritores como Gabriel García Márquez (que la comparaba con La metamorfosis de Franz Kafka). La semana pasada aún la festejaron en Gijón. Juan Rulfo murió en 1986, pero su obra sigue extraordinariamente viva. La obra de un hombre que acabó intimidado por su propia fama, y optó por no publicar ninguna novela más, a pesar de que ocasionalmente nos anunciaba alguna nueva. Era prudente y amable, odiaba la frivolidad y se deleitaba con alguna ironía entre amigos. Sabía que representaba, como personaje público, lo contrario que Octavio Paz, el proteico y difícilmente abarcable hombre de letras de su país. Cuando el peruano Alfredo Bryce Echenique iba a México, Rulfo lo esperaba en el aeropuerto, y una y otra vez repetían el mismo saludo. Bryce se interesaba por la cultura, y Rulfo se limitaba a responder: «En México la cultura descansa en Paz». Ni una palabra más, ninguna otra explicación. Con Rulfo, siempre estaba todo dicho con la primera frase. El mismo estilo poético y conciso que convirtió Pedro Páramo en una obra incomparable.