| O |

17 dic 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

ME ALEGRO de que Zaragoza, ciudad hoy pujante, haya sido agraciada con la Exposición Internacional del 2008. Se lo merece. Y estoy seguro de que los zaragozanos aprovecharán esta oportunidad para modernizar un entorno de desarrollo que ya es modélico en muchos aspectos. La Zaragoza del futuro, la adelantada, acaba de nacer. Lo que me ha sorprendido es que el alcalde, Juan Alberto Belloch, se haya apresurado a subrayar que este acontecimiento le permitirá al Gobierno central saldar la «deuda histórica» que tiene con la ciudad en materia de inversiones. Durante años he viajado por toda España, y en muchos lugares he oído hablar de deudas históricas no siempre claramente identificadas. Así me ocurrió en Andalucía, donde asistí a los primeros balbuceos del concepto y donde hace poco se ha saldado una deuda histórica ya exhaustivamente documentada. Quedan otras en fase de definición. Como queda la que tiene el Estado con nuestra tierra, sólo en parte recogida en el Plan Galicia. Una deuda mucho más histórica que la que acaba de inventarse el ex biministro Belloch, que ya tiene el AVE que situará su EXPO a una hora y cuarto de Madrid y de Barcelona. Cualquier gallego podría darle una lección de deuda histórica .