LA SECCIÓN de Cartas al director de los diarios suele ser un poso de ciencia. Hace días, un periódico publicó una bajo el título «Lo que de verdad preocupa», en la que su autor, un norteamericano que había vivido cuatro meses en Bilbao y cinco semanas en Barcelona, señalaba que durante su estancia en estas dos ciudades y en las conversaciones con sus compañeros de trabajo, con sus amigos y con el público en general, había oído mucho de los asuntos que preocupaban a la gente, como la falta de viviendas asequibles, la falta de trabajo para los universitarios, los accidentes de tráfico, el problema de aparcamiento en casi todas las ciudades, la delincuencia, las largas esperas en las consultas médicas y un sinfín de otros problemas. «Ni una sola vez en todo ese tiempo -afirmaba-, ni vascos ni catalanes han mencionado en mi presencia la necesidad de más autonomía, de más libertad, ni de independencia. Y en ninguna ocasión he oído hablar de la opresión del Estado español hacia estas dos regiones. Por eso, no salgo de mi asombro cuando oigo y leo las declaraciones de los políticos nacionalistas¿». Fin de la cita. Coincidiendo con esta misiva, todos los medios de comunicación publicaron los datos de la Organización Nacional de Transplantes sobre el número de donantes de órganos. La mayor tasa relativa de donación la registra el País Vasco, con 46 donantes por millón de habitantes; seguida de Cantabria y Canarias, 40; Asturias, 38; Cataluña y la Comunidad Valenciana, 36, y así en descenso hasta cerrarla La Rioja, con 7. Han aumentado las donaciones y con ello los transplantes (un 2,1%). También en esos días estaba en su punto álgido el toma y daca entre políticos nacionalistas y no nacionalistas sobre la balanza fiscal de las comunidades autónomas, el supuesto maltrato del Estado hacia algunas con los dineros de cada cual y la exigencia de los primeros de recibir lo mismo que se dé. El Balance Económico Regional de la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas) acalló la polémica al dejar sentado que los habitantes de Baleares, Madrid, Cataluña, Aragón, Comunidad Valenciana, La Rioja y Cantabria, por este orden, aportan a la solidaridad interregional una buena parte de sus impuestos, a fin de que los ciudadanos de Murcia, Galicia, Castilla-La Mancha, Andalucía, Asturias, Castilla y León, Canarias, Extremadura, Ceuta y Melilla puedan tener el mismo nivel de servicios básicos que el resto de los españoles (País Vasco y Navarra no tienen cifras comparables porque se rigen por el Sistema de Cupo y no contribuyen al Fondo de Compensación Interterritorial -FCI-). A pesar de los discursos incendiarios de algunos políticos de oportunidad, ningún español de las comunidades donantes salió a la calle para reclamar al Estado que su parte no se la den a los menos favorecidos, ni se negó a que sus órganos pasen a cualquier español cuando los suyos ya no le sirven. Corolario: Esta es la realidad solidaria de España y de los españoles y aquellos sus verdaderos problemas (la última encuesta del CIS lo confirma: paro, terrorismo, delincuencia y vivienda) y no esa otra egoísta y cainita que algunos desean para medrar en política.