Cataluña

| PABLO MOSQUERA |

OPINIÓN

02 nov 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

SOY de los gallegos que hizo el periplo Cataluña-Madrid-País Vasco, impregnándome del paisaje y paisanaje de cada comunidad, que conforman la manera de ser ciudadano en el Estado español. Las elecciones catalanas son, esta vez, cierre y comienzo de un nuevo capítulo en la historia política de Cataluña. La despedida de Pujol, la incógnita de Mas, las posibilidades de Maragall, la necesidad de una coalición de gobierno para dar estabilidad a quienes son, por naturaleza, estables y sensatos. En Cataluña hemos aprendido seny , no sólo para las relaciones políticas, también para plantear y resolver cualquier conflicto o contencioso. Pujol logró un estilo que ha contribuido a resolver negociando. Pero también ha sido el autor de la teoría sobre el Estado plurinacional, que venía a ser tirar la piedra y que la pedrada diera en el País Vasco. Cuando el feo asunto de la banca catalana, logró instalar en la sociedad catalana la igualdad: Cataluña-Autonomía-Pujol. De tal suerte que, atacar a Pujol era atacar a Cataluña y sus instituciones privativas de autogobierno. Su fórmula mercantil de contribuir a la estabilidad del Estado, engrandeció Cataluña a golpe de presupuesto e inversiones, no importando demasiado el desarrollo del Estado asimétrico que hoy tenemos y que tanto molesta en la periferia. Participó mínimamente en aquel acuerdo de Barcelona con PNV y BNG, que puso los pelos de punta en los cenáculos de Madrid, pero que no pasó del intento, entre otras razones para no verse contaminado con las controversias de Lizarra, dónde estaban los sospechosos de utilizar el asesinato con fines políticos. Pase lo que pase, gane quien gane, Cataluña es la vanguardia de España. En: deporte, empresa, desarrollo, comunicaciones, formación, arte, convivencia, organización. Soy de los que suspiro por el modelo Cambó. Me gustaría trasladar la manera sosegada de hacer de los catalanes a la política nacional, y mejor si fuéramos capaces de resolver el conflicto vasco a la catalana. Barcelona es ciudad olímpica, modernismo arquitectónico del Paseo de Gracia, con Gaudí; museos en los que están las almas de Miró, Picaso, Tapies. Tarragona es capital de Roma. Gerona busca a Dalí por Cadaqués y Figueras. Lérida se pierde en el Valle de Arán. Si Cataluña acierta, si Barcelona se convierte en alternativa a Madrid, todos ganaremos el próximo 16-N.