Dos artistas lograron colgar un cuadro de un pintor imaginario durante cinco horas en el museo Guggenheim de Bilbao. Lo grabaron con una cámara oculta para denunciar el «escaso valor» del arte moderno y sus condiciones de exhibición. Una seguridad poco fiable Si se puede meter con toda facilidad un cuadro en un museo de renombre internacional como es el Guggenheim se puede deducir que es igual de fácil sacarlo. El episodio de Bilbao cuestiona la seguridad de los grandes centros de arte, cuya fiabilidad está en entredicho después de que el Museo Británico de Londres sufriese el robo de una escultura. Más allá de un edificio bonito Al Guggenheim este postizo en su museo le ha venido en mal momento. Han arreciado las críticas que ya se levantaron en su inauguración que acusan a sus responsables de gestionar un espacio vacío en un lindo envoltorio. Los programadores han contraatacado con exposiciones dedicadas a grandes nombres como Kandinsky y Joseph Beuys. El museo impone El cuadro, Torbellino de amor , se expuso cinco horas sin que visitantes o responsables del museo se diesen cuenta de su falsa naturaleza. ¿Acepta el espectador lo que ve en un museo como arte por el simple hecho de que es un museo? Esa es la cuestión que plantean con su reivindicación Mike Nedo, el colectivo que toma su nombre del imaginario artista. Si todo vale, lo falso también Desde que Marcel Duchamp expuso su urinario como una escultura no se ha interrumpido el debate sobre qué es el arte, lo cual sugiere una pregunta: ¿vale todo en el arte moderno? Mike Nedo dicen que sí. Más allá de las discusiones, buena parte del público sí percibe las extravagancias de algunos creadores como un absurdo sin valor ético o estético. Debate real o provocación Las polémicas han beneficiado al arte, que ha avanzado a golpe de rupturas con lo establecido. Es en esta tradición con la que quieren entroncar los artistas de Mike Nedo. ¿Se quedan sólo en la provocación estéril o realmente despertarán conciencias? La sociedad actual ha demostrado que es capaz de absorber cualquier protesta y asumirla sin problemas.