En un reciente artículo se cuestionaba la colaboración de Pío XII con el nazismo. El asunto probablemente sea difícil de dilucidar con total certeza, pero lo que sí que está muy claro, por si sirve de pista, es su simpatía por Franco. En marzo de 1939, unos días antes del final de la terrible guerra fratricida, se congratula paternalmente con inmenso gozo por la paz y la victoria con que Dios se ha dignado coronar el heroísmo cristiano, y tras afirmar que «la garantía de nuestra firme esperanza está en los nobilísimos y cristianos sentimientos de que han dado pruebas inequívocas el Jefe del Estado y tantos caballeros, sus fieles colaboradores, con la legal protección que han dispensado a los supremos intereses religiosos y sociales, conforma a las enseñanzas de la Sede Apostólica», le envía su Bendición Apostólica. Pero hay otro aspecto que es aún más interesante, porque los símbolos son más importantes que la historia. Me refiero a la opinión de los prelados franceses al criticar que en el cartel de la película Amén , de Costa Gavras, aparezca una esvástica, pues «crea una identidad intolerable del símbolo de la fe cristiana con el de la barbarie nazi». La cruz y el fuego Parece mentira tanta ignorancia sobre los orígenes del simbolismo de la cruz y su relación con el culto del fuego, del que es elemento inseparable en la mitología aria. La esvástica no es un invento de los nazis, ni siquiera el laburu lo es del PNV, sino que su origen se remonta a varios milenios y es la imagen sacralizada de un instrumento empleado para hacer fuego. Esta imagen se ha encontrado en palafitos de la Edad de Bronce, en vasos troyanos o en excavaciones de Rodas, Chipre o Grecia. En la India, la esvástica y el culto del fuego están íntimamente asociados a la trinidad védica: Agni, el fuego, es el hijo encarnado de Savistri, el padre celestial, (el sol) fue dado a luz por la virgen Maya, después de su concepción por la influencia de Vayu, el soplo, sin el cual el fuego no puede encenderse, y tiene por padre terrestre al carpintero que fabrica la esvástica Twasti. Iconología trasladada al cristianismo, que se puede observar en la hermosísima iglesia bizantina del siglo XI llamada de la hebilla en la Capadocia, donde también hay otra variante del mismo tema: la cruz patada del temple con su apéndice que se asemeja al jeroglífico egipcio AAI, que significa fuego. Durante mucho tiempo los cristianos no usaban la cruz, sino el cordero (agnus) relacionado con agni (el fuego), que se asoció a la cruz, de varios modos, por ejemplo, los existentes en las iglesias románicas de Santiago en A Coruña o de san Juan ¿Io agnes¿ de Caabeiro. El cristianismo es una de las formas históricas de la religión solar. Sus templos se orientan al sol. Sus fiestas son solares: la navidad, los dos juanes. Y san José, padre del niño fuego, ¿tendrá algo qué ver con las fallas?