EL LIBRO

La Voz

OPINIÓN

ERNESTO S. POMBO

22 abr 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

El libro está hoy de fiesta. Celebra su día. No sirve para mucho, pero somos así de generosos. Cuando no sabemos cómo solucionar un problema, tenemos por costumbre dedicarle un día. Se lo dedicamos al sida, a la violencia de género, a la inmigración, a la sequía, a la pobreza y al medio ambiente. Tenemos los calendarios salpicados de este tipo de verbenas. Y la de hoy es una de ellas. El libro celebra su fiesta, aunque la situación no sea como para tirar cohetes. Es cierto que cada día se publican más títulos, pero se sigue leyendo poco. Muy poco. Por mucho que las editoriales traten de salvar sus balances económicos poniendo en el mercado miles de volúmenes, realizados apresuradamente por autores que escriben mucho más de lo que leen. Libros de plumas muy prolíficas que en vez de invitar a la lectura, la rechazan. Fue Umberto Eco quien dijo que el mundo está lleno de libros que nadie lee. No necesitamos más libros. Necesitamos más lectores. Porque aunque el mercado mueva 900 millones de euros, seguimos sin leer. Quizás haya un dato para la esperanza. La Biblioteca 120 promovida por este periódico va a colocar en el mercado gallego millones de volúmenes. Pero con la ilusión de que se lean. El libro lucha hoy contra la desidia, la falta de tiempo, la televisión, los literatos frustrados, los mensajes huecos, la propia administración que promueve a escritores fracasados y contra los malos autores que, sin embargo, firman mucho. Como Boris Izaguirre. Está bien que el libro tenga su día. También lo tiene la esclavitud, la paz, los desastres naturales, la desertización y los palestinos. Todo lo que nos abruma. Pero estaría mejor que aceptásemos que leer humaniza; que los libros han ganado más batallas que las armas. Y que lo supiéramos todos. Incluido ese conselleiro que en una reciente feria no tuvo mejor ocurrencia que mandar ocultar el último título de uno de nuestros autores más emblemáticos, Manolo Rivas. Porque le producía desasosiego. Como el hambre en África. Que también tiene su día.