UN MODELO DE DESARROLLO ACELERADO

La Voz

OPINIÓN

JOSÉ MANUEL ROMAY BECCARÍA

08 sep 2001 . Actualizado a las 07:00 h.

En este primer año del nuevo siglo no nos han faltado a los gallegos reflexiones de distinta profundidad y ambición sobre nuestra realidad actual y sobre sus potencialidades de futuro. De las que se han conocido en los últimos tiempos yo destacaría un conjunto de excelentes trabajos reunido en un grueso volumen, Galicia 2010, que se elaboraron y publicaron por iniciativa de la Xunta y bajo los auspicios de las principales entidades financieras gallegas, y los nada menos que cien serios y sugerentes artículos de lectores, colaboradores y redactores de La Voz de Galicia que han supuesto otras tantas aportaciones para conocer lo que se puede y debe hacer en orden a situar a Galicia en las mejores condiciones de afrontar los retos de los nuevos tiempos. A esa cita no podían faltar los famosos libros blancos de Fraga, traídos a la ocasión por las próximas elecciones eutonómicas. Lo que quiero hacer ahora es resumir para los lectores de La Voz de Galicia, con algunas apostillas mías, el excepcional trabajo que sobre Galicia, un proyecto en expansión. Retos y oportunidades para su desarrollo, han realizado Víctor Pérez-Díaz y Juan Carlos Rodríguez, publicado muy recientemente por la Fundación Caixa Galicia y que, a mi juicio, no ha llegado al gran público como se merece. En los dos primeros artículos me ocupo del modelo de desarrollo acelerado que nos proponen los autores, de su vertiente identitaria y de las ventajas que según ellos tiene el modo de ser gallego para acometer un proyecto tan ambicioso. En días sucesivos me referiré a las bases económicas de nuestro crecimiento acelerado y de lo que tenemos que hacer para alcanzarlo, todo ello también según la autorizada opinión de Pérez-Díaz y Rodríguez. Si pensamos en Galicia como un proyecto colectivo expansivo, no sólo en España sino en Europa y aun a escala mundial, nos dicen los autores, un modelo para nosotros podría ser la Baviera del último medio siglo con elementos de la Irlanda del último decenio. La comparación con regiones como la Bretaña francesa, frecuente desde sectores nacionalistas, la desechan Pérez-Díaz y Rodríguez porque a su juicio está demasiado anclada en el pasado y fuerza excesivamente los paralelismos, y porque resulta hoy poco creíble la construcción de una identidad céltica para los gallegos. Baviera es ejemplo de transición rápida y con éxito de una economía muy basada en el sector primario a una economía industrial y de servicios avanzada, con elevadas tasas de exportación. Relevante para el caso gallego es que los bávaros hayan conseguido una mezcla de innovación y cambio con elementos tradicionales en su identidad. También lo es que a pesar de sus diferencias con el resto de Alemania (religión, lengua, tradiciones), el sentimiento de identidad bávaro es compatible con el de pertenencia a la nación alemana. Las empresas bávaras se han beneficiado de un sistema educativo muy apropiado para la formación profesional y técnica. En la actualidad, gracias al capital humano y tecnológico acumulado en los últimos 30 años, Baviera aparece como un lugar bastante atractivo para el desarrollo de la industria de las nuevas tecnologías. Irlanda es otro caso de modernización acelerada de una economía tradicional. En la última década, la renta per cápita irlandesa ha llegado a superar la británica. De ahí que se haya hablado del milagro irlandés. A la ventaja comparativa de que su población hable inglés, Irlanda ha unido, sobre todo, una notable acumulación de capital humano a través de la expansión del modelo educativo. ¿Está Galicia en condiciones similares a las de estos dos ejemplos? En sucesivos artículos veremos que sí podría aprovechar ciertas ventajas para alcanzar el desarrollo acelerado.