Franco ha muerto

C. F. A CORUÑA

OPINIÓN

VEINTE DÍAS DE NOVIEMBRE C.F. Desde las tres de la mañana, el encefalograma de Franco aparecía plano. A las 3.35 horas, su ayudante militar, Antonio Galbis, se encuentra con el doctor Pozuelo, que sale de la UVI y le dice: «Franco ha muerto». Poco después, sale Vital Aza, que añade: «El masaje cardíaco no ha servido para nada». Galbis llama entonces a los jefes de las casas Civil y Militar, dándoles la contraseña: «¡Mi general, ya!». Ambos necesitaban una hora de plazo para preparar el aparato de transmisión de la muerte del Caudillo.

19 nov 2000 . Actualizado a las 06:00 h.

Poco después de las cinco, en la propia residencia La Paz, el marqués de Villaverde se está vistiendo de luto, pero alguien le avisa que no puede hacerlo hasta que llegue el presidente del Gobierno, hipersensible por estas cuestiones. Cuando lo hace, el general Gavilán, segundo jefe de la Casa Militar, le entrega un sobre, que le había dado Carmen Franco, con el testamento político de su padre. Al príncipe Juan Carlos le ha avisado el doctor Pozuelo. En plena vorágine de entradas y salidas de la residencia La Paz, Juanito Muñoz, el fiel ayuda de cámara de Franco, le dice al teniente coronel Galbis que han robado las reliquias que el Caudillo tenía prendidas a la almohada. «Tiene que ser _añade_ un médico o una enfermera, pero ¿quién les registra ahora?». Parece ser que otros quieren llevarse trozos de sábana como souvenir. La primera planta huele a formol, por el trabajo de los embalsamadores. El escultor De Santiago ha sacado moldes de la mascarilla y de las manos. Pasadas las seis de la mañana, el ministro de Información y Turismo, León Herrera, lee ante los micrófonos y cámaras de RTVE el último parte médico que certifica la muerte de Franco. Las emisoras comienzan a transmitir música clásica. A las once de la mañana, sale hacia el Palacio de El Pardo el furgón con los restos mortales del Generalísimo. Gritos de «¡Franco, Franco, Franco!» de la gente agolpada a la salida. La mujer, claramente perturbada, que ha pasado horas arrodillada frente a La Paz durante la larga enfermedad del Generalísimo dando los gritos más extraños, clama: «¡Caudillo, en nombre de Dios, resucita». Antes, Carlos Arias ha leído por RTVE el último mensaje de Franco a los españoles (que debió escribir, de su puño y letra, entre el 17 y 21 de octubre). Pide apoyo para el rey Juan Carlos y perdón a cuantos se declararon sus enemigos. También, una advertencia: «No olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta». Al final de la lectura, Arias llora.