ACLARANDO LAS COSAS

La Voz

OPINIÓN

ENRIQUE VÁZQUEZ

06 oct 2000 . Actualizado a las 07:00 h.

Dos novedades de interés en Yugoslavia: Milosevic está (estaba ayer) en su casa familiar de Belgrado donde recibió al ministro ruso de Exteriores; el Parlamento, de otra parte, se reunirá el lunes en una sesión especial para instalar legalmente a Vojislav Kostunica como presidente. Menos relevante es la súbita seguridad del Tribunal Constitucional acerca del genuino triunfo en la primera vuelta del aspirante de la oposición. En la generalizada marea de adhesiones, el espectáculo de acudir en auxilio del vencedor es corriente y en absoluto exclusivo de Yugoslavia. La normalización, pues, gana terreno a toda velocidad y acredita a Kostunica como un legalista práctico, lo que no estaba tan claro viendo su arriesgada apuesta por el resistencialismo a ultranza de orden casi moral en cuanto se vio desposeído por el fraude. En cuanto el Estado Mayor hizo saber que mantendría una estricta neutralidad política y sólo se defendería si sus cuarteles eran atacados. La baza Milosevic se hundió, aunque su hermano Borislav, embajador en Moscú, dijera que Slobodan aún se ve como presidente. El lunes deberá cambiar de opinión tras hacerlo de hecho ayer mismo: sus viejos amigos y socios rusos se refirieron a Slobodan Milosevic como el ex-presidente yugoslavo. El ministro Ivanov había tenido buen cuidado en visitar primero a Kostunica y su entrevista con Milosevic debió ser uno de los grandes malos tragos de su larga carrera. ¿Le ofreció asilo en Moscú o gestiones al respecto ante terceros? Nunca lo sabremos, pero oficialmente se dijo que el ministro no llevaba tal cosa en su agenda. Milosevic, según la TV rusa, dijo a Ivanov que no recurrirá a la fuerza para recuperar el poder. No tiene fuerza y él lo sabe. Pero su gente aún debe hacer una contribución: se necesita su cooperación activa para tener quórum en la histórica sesión del lunes. Una comisión ad hoc que la prepara añadió además otras dificultades para justificar la relativa tardanza en la reunión del legislativo, que se percibe como una prioridad completa.