El cantante de Revolver Carlos Goñi presenta esta noche en A Coruña «Babilonia», su nuevo trabajo
30 may 2015 . Actualizado a las 10:27 h.Explica Carlos Goñi (Madrid, 1961) que en los últimos años ha vivido convulsos momentos personales. Se desarrollaron en paralelo a los sociales. Y afectaron a su vida y a su modo de ver la música. «Aún sigue, aspiro a que todo se tranquilice un poco», explica el autor que esta noche presenta su nuevo disco Babilonia, en A Coruña (Palacio de la Ópera, 21 horas, 25 euros).
-Llega guerrero. ¿En la canción «La moral mora en la moneda» pretendía no dejar títere con cabeza o algo así?
-[Se ríe a carcajadas] Yo no me atrevo a decir cómo es la vida, sino cómo la veo yo. No creo que todos los políticos sean corruptos. También pienso que, al final, todos somos culpables. La corrupción es algo instalado y permitido socialmente. Aquí es más listo el que más engaña a Hacienda. En el bar se lleva la palmada en la espalda. Mientras haya un español que se ría viendo que al Dioni le pagan 25.000 euros por contar cómo robó 400 millones de las antiguas pesetas tenemos un problema grave.
-¿Pretende rehuir el juego de buenos y malos?
-Claro. Eso es absurdo. La gente lo que tiene que hacer es leer libros que tengan más de 300 años. Nos describen a la perfección. El problema aquí es de viejo.
-¿Se ha quedado a gusto?
-Lo que hace a esa canción diferente es que no le echo la culpa a nadie. Eso fastidia. Cuando empiezo a contar la canción la gente aplaude. «¡Oh, que bonito!». Cuando va a terminar es la que menos aplausos lleva. Porque digo que la culpa es de todos. Y eso ya no gusta tanto. Pero, ojo, es cómo lo veo yo.
-Ahí rapea un poco.
-Es que me gusta muchísimo el hip-hop, que para mí es el rock n? roll de hoy en día. Lo único que les podía achacar a los hiphoperos es que a veces pecan de egocéntricos. Pero Violadores del Verso me fascinan. O SFDK. ¡Me rindo a los pies de Satur!
-¿Hay ahora una oleada de músicos con conciencia social? ¿Qué ha ocurrido?
-Hay gente que ha escrito de esto ahora y antes no lo hacía. ¿Por qué? Pues no lo sé. A mí, por ejemplo, me viene Rosendo haciendo estos discos hoy y no me rechina. En otros no tanto, porque creo que harían mejor otras cosas. No creo que tengan que hablar los músicos obligatoriamente sobre estas cosas. Al fin y al cabo, un día ves que Hacienda te mete un palo, mientras que al equipo de futbol no. Y te pones una canción de Jackson Browne. Te lleva a otro planeta. Ese día es tu remedio. La música no te va a cambiar la vida, pero sí endulzártela un poco de alguna manera. Otras veces no, necesitas tralla.
-¿Es cierto que Rosendo fue su referencia para tirar ahora por el formato trío?
-No, no creo que se parezcan en nada. Rosendo para mí fue una referencia en otro sentido. Más que en músico, en ser un hombre de bien. Musicales, tengo siete millones. Pero sobre cómo ser un hombre de bien, no tantas.
-¿Cambian mucho «El Dorado», «Si es tan solo amor» y sus clásicos en el nuevo formato?
-Ya lo creo. No tienen nada que ver. Suenan tremendas, potentísimas. Llevamos un montón de conciertos. Esto no es una mirada melancólica al pasado.
-Las ha tocado miles de veces en varios formatos. ¿Continúa sintiendo algo al hacerlo o ya van de manera mecánica?
-Yo sí que siento cosas. Cuando grabo los discos no admito injerencias del público. Solo manda el corazón. El resto me da igual. En el concierto es otra cosa. Es una fiesta. Yo soy el anfitrión y tengo que conseguir que disfruten. Cuando toco El Dorado siento que lo hago mucho mejor y que supera a la versión del disco. Y eso me ocurre con todas.