Nunca llueve a gusto de todos
MERCADOS
En un país donde la sequía es algo habitual, el uso de software se debería implantar para ayudar a detectar pérdidas de agua, estudiar el comportamiento de su uso y saber dónde hace falta. Cuando hablamos del uso de agua, solemos pensar en lavar los platos o en la ducha, pero nos olvidamos de su uso industrial, que es mucho mayor. La comida procesada, fabricar ropa o la industria farmacéutica gastan enormes cantidades de agua. Internet, y hoy en día los móviles, también utiliza agua para refrigerar los locales donde se encuentran los servidores. Por tanto, optimizar su uso requiere mejorar las infraestructuras y crear otras nuevas enfocadas en una economía circular. Como ejemplo las desaladoras, que a través de un gasto enorme de energía generan agua dulce y también salmuera. La primera es aprovechada, pero la segunda se desecha. Sin embargo, en la salmuera se encuentran hasta ocho elementos químicos de interés económico: fósforo, cesio, indio, rubidio, germanio, magnesio, cloruro sódico y cloruro potásico. Y se podría utilizar para generar energía con electrodiálisis bipolar.
También se podría aprovechar mejor el agua de la lluvia, pero sería necesaria una mayor capacidad de almacenamiento que garantice su aprovechamiento en períodos secos. Todo ello depende de las administraciones y lo que estén dispuestas a invertir. De sus decisiones, los primeros y más afectados serán los agricultores, garantes de nuestra subsistencia alimentaria, pero también climática. La gestión del suelo juega un papel fundamental en la regulación de la temperatura y la humedad superficial, pero también en el almacenamiento de CO2 en la tierra a través de la fotosíntesis de las plantas. La tecnología ya ofrece hoy soluciones vitales para disminuir el consumo de agua para riego sin mermar la productividad. Y también es de gran ayuda para la adaptación de cultivos según la zona geográfica y su climatología. Soluciones existen, pero siempre que las administraciones acompañen al sector.