Sesgo cognitivo y decisiones financieras

IVONNE POUSA

MERCADOS

MABEL RODRÍGUEZ

26 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La subida de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo para combatir la inflación se ha convertido en una de las mayores preocupaciones de las familias. El euríbor a doce meses de octubre ha experimentado una nueva subida y se sitúa en el 4,23% , lo que supone niveles no vistos desde hace 15 años. Así, no es extraño que la pregunta más recurrente que nos realizan los clientes hoy día sea: ¿qué hago con mi hipoteca? Porque, efectivamente, en su última reunión, el BCE decidió frenar las sucesivas subidas de tipos de meses anteriores, pero la incertidumbre es mucha por saber si las realizadas hasta el momento serán suficientes para el objetivo de mantener la inflación en el 2 %, o serán necesarias subidas posteriores (recordemos que inflación en la eurozona ha caído hasta el 2,9 % en octubre, su nivel más bajo en los últimos 2 años).

Como vemos, la incertidumbre es grande y muchas familias ven como tienen que aumentar el gasto destinado al pago de la hipoteca. Sin embargo, como ya me habrán escuchado en otras ocasiones, no debemos dejarnos llevar por las emociones, que, en muchas ocasiones, nos llevan a tomar decisiones poco meditadas y aconsejadas por el miedo, y no por la razón. Y como también me habrán leído más de una vez, una buena planificación sirve, precisamente, para amortiguar esas situaciones económicas complicadas que pueden darse en el corto plazo.

Es comprensible la preocupación generalizada y sobre todo si tenemos en cuenta los mecanismos psicológicos que afectan a nuestra toma de decisiones financieras y los sesgos que pueden influir en ellas. Sesgos como la aversión a la pérdida, que nos hace enfocarnos más en la pérdida, o al menos en la sensación de ella, que en un beneficio superior en el medio o largo plazo. Así funciona el cerebro humano. O el sesgo de prueba social, que ante la duda sobre qué hacer nos lleva a actuar por imitación, o el denominado efecto miopía, por el que sobrerreaccionamos ante noticias o eventos de corto plazo y perdemos la perspectiva de largo plazo. Todos ellos —y muchos otros— pueden llevarnos a tomar decisiones poco aconsejables de cara al futuro.

Así, si por ejemplo unimos la incertidumbre actual con el sesgo de aversión al riesgo, tenemos el cóctel perfecto que puede hacernos salir de nuestro camino trazado y desmontar en un momento la planificación y el ahorro construido durante años. Hay clientes que, ante esta situación, se plantean utilizar el dinero de planes de ahorro destinados a objetivos familiares ya establecidos (como puede ser la universidad de los hijos) para amortizar deuda de la hipoteca y, de este modo, aminorar la cuota mensual.

Esa, sin duda, sería una decisión poco recomendable, porque resulta especialmente costoso volver a ahorrar ese dinero y estaríamos poniendo en riesgo otro objetivo familiar tan importante como es, en este caso, la educación futura de nuestros hijos. Y, sin embargo, hay otras alternativas no tan extremas.

Habitualmente aconsejamos a los clientes contar, dentro de su planificación financiera, con un colchón para imprevistos que permita a la familia afrontar aquellos imprevistos que siempre surgen. En este caso puede ayudar a pagar el coste extra que supone mensualmente la subida de la cuota hipotecaria. Es mucho más adecuado extraer lo necesario de nuestro colchón de imprevistos para afrontar ese aumento de la cuota de la hipoteca que deshacer de un día para otro las estrategias de ahorro planificadas y diseñadas durante años para afrontar el coste de objetivo de gran importancia para la familia.

Incluso en el caso de no contar con un colchón adecuado, es preferible en último término limitarse a extraer de alguno de nuestros planes de ahorro exclusivamente la cantidad mínima necesaria para afrontar el aumento de los gastos familiares, sin retirar todo el ahorro de ese plan, el cual luego sería mucho más complicado de volver a reconstruir.

En estos casos, la labor del asesor financiero se hace imprescindible porque, ante las noticias y la incertidumbre que se transmiten a través de los medios de comunicación, es difícil abstraerse al miedo consiguiente y a la toma de decisiones apresuradas. Del asesor financiero y su labor pedagógica depende, en estos casos, que no se pierda el control de las finanzas. Porque hay que recordar que las bajadas y subidas de los tipos de interés nos acompañarán siempre y lo más normal es acostumbrarse a ellas y saber adaptarse a los cambios.

Se trata de un aprendizaje que nos ayudará a sobrellevar mejor el momento actual, pero también a comprender situaciones que puedan surgir en el futuro. Y ante esos altibajos de la economía y el entorno que nos rodea, nada mejor que mantener la calma y abstenerse de tomar decisiones acaloradas de las que posteriormente haya que lamentarse. Nunca es recomendable poner en riesgo el futuro por el miedo al presente, porque el futuro tarde o temprano llegará y el presente, más temprano que tarde, habrá pasado.

Ivonne Pousa es responsable de Banco Mediolanum en la zona norte de España.