Un tercio de los nacimientos del 2020 se produjeron en la capital provincial
Un tercio de los nacimientos del 2020 se produjeron en la capital provincial ALBERTO LÓPEZ

04 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Los primeros datos del censo 2021 confirman que los habitantes de Galicia cada vez somos menos, como ya sabíamos. Pero ahora tenemos un dato oficial, 2.698.177, que significa perder el listón de los 2,7 millones, la cifra redonda que usábamos como regla mnemotécnica. Son 74.500 ciudadanos menos en diez años, un bajón considerable. Los consabidos problemas del declive demográfico aparecen cada vez más amenazantes. Se salvan de la caída algunas áreas, como las conurbaciones de las mayores ciudades y unos cuantos polos industriales. Se crece donde hay trabajo y viviendas más asequibles que en los centros metropolitanos.

Si nos fijamos en los municipios de más de 10.000 habitantes, en estos diez años de un censo a otro, vemos que los mayores crecimientos de población se dan en O Porriño, Ames, Sada y Barbadás, con incrementos de más del 10%, y en los cuatro casos con ofertas residenciales más interesantes que las de sus respectivas ciudades centrales: Vigo, Santiago, A Coruña y Ourense. La capital de Galicia es, de las siete principales ciudades, la única con aumento significativo de habitantes. A Coruña y Pontevedra aumentan muy levemente; Vigo, Ourense y Lugo caen un poco. Ferrol pierde un diez por ciento de su población. El caso es grave, y choca con las espectaculares condiciones ambientales y urbanísticas de la ciudad, muy necesitada todavía, decenios después, de un impulso colectivo, nacional, a su decaído factor trabajo. No cuenta, como Vigo, con las dinámicas (demográficamente) Porriño, Nigrán, Moaña o Cangas. Ni con esa reserva de actividad industrial, muy cerca del polo A Coruña-Arteixo, de Carballo y A Laracha, poblaciones que también crecen.

Al este del eje atlántico se perfila un desierto verde, a la espera de que vengan a repoblarlo los miles de animalistas, veganos y hortelanos de solar que viven agobiados en Madrid o en Barcelona, de esos que si tienen un hijo le llamarán Pumba o Rayo de Luna, pero a su perrito le pondrán Luis Felipe o María Cristina. Aquí serían bienvenidos y no se permitiría ni un chiste contra ellos.