Imagen del hielo marino en el Polo Norte en 2015
Imagen del hielo marino en el Polo Norte en 2015 CHRISTOPHER MICHEL | europa press

13 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Adía de hoy resulta difícil negar el cambio climático, salvo creencias novedosas o interés económico o electoral. O que sea solo por fastidiar. Estos días se celebra la cumbre mundial del clima, que confirmará la urgencia de tomar medidas, a la vista de que ya parece difícil frenar el calentamiento global en 1,5 grados con respecto a la temperatura media de 1900, límite que se acordó en anteriores cumbres . Tenemos un ministerio dedicado al asunto, cuya titular anda también estos días por Lugo impulsando eólicas para Alcoa y bendiciendo la sustitución de bombillas por luces led en el alumbrado público. Llevamos seis meses bajo el mandato de una ley de transición energética. Estamos cambiando calefacciones de gasoil por calderas de pellets o bombas de calor a buen ritmo, en muchos casos con subvención. La instalación de placas solares se ha disparado. Putin, de rebote, acelera la descarbonización por el empujón que le ha dado a los costes de la energía fósil.

No negarán el cambio las empresas, que ya están en transición y pagando sus costes. Por descontado las petroleras y las energéticas, que tienen que redefinir sus negocios; también las de transporte, la distribución, la agricultura. Prácticamente todas, que deben hacerse sostenibles y buscar oportunidades en el cambio. The Economist dedica un número a esta encrucijada, y pone como ejemplo a Unilever, la multinacional de la alimentación y los productos de limpieza, que ya fabrica champús que se pueden enjuagar más rápido de lo habitual, en previsión de un futuro en el que se deberá gastar menos agua.

La temperatura media en España ha aumentado ya en 1,31° entre 1900 y el 2018, según el Observatorio de la Sostenibilidad. Vigo, con 0,77°; Santiago y A Coruña, con 0,76°, son las ciudades españolas que menos se han recalentado. Aún así, los coruñeses y los que visiten la ciudad podrán ver una muestra emblemática del fenómeno cuando empiece el desguace de la Medusa, esa cúpula gigante y verde plantada en el puerto para almacenar carbón, combustible para una central térmica que ya no funciona. Como dirían en Portugal, vaia embora.