La Islandia del sur está en El Hierro

F. Fernández REDACCIÓN / LA VOZ

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Más de la mitad de la energía que consumen los habitantes de esa isla canaria procede de un complejo único en el mundo: la potente central hidroeléctrica de Gorona del Viento

15 mar 2020 . Actualizado a las 05:08 h.

Alcoa suele poner como ejemplo a Islandia como el país de sus sueños. La energía, allí, está a precio de saldo, con lo que es el paraíso para una empresa que se dedica a la fabricación de aluminio, un proceso para el cual tanta electricidad se precisa. En el extremo opuesto al país de los volcanes estaría España, con la energía por las nubes. Pero aquí también hay una pequeña isla que aspira a convertirse en la Islandia del sur de Europa: El Hierro, que forma parte del archipiélago canario y que cuenta con unos 10.000 habitantes.

¿Qué tienen en común ambos territorios? La apuesta por las energías renovables como fuente de abastecimiento principal de sus habitantes. Islandia, con 365.000 residentes, casi lo ha conseguido, gracias a la geotermia y la hidráulica. La mayor parte de las plantas de generación están gestionadas por una empresa pública, Landsvirkjun. Como en el Hierro. En la isla canaria, declarada reserva de la biosfera por la Unesco en el año 2000, opera la empresa Gorona del Viento, participada por el Cabildo insular en un 65,82 %; el Instituto Tecnológico de Canarias en un 7,74 %; el Gobierno de Canarias en un 3,23 %; y Endesa en un 23,21 %. Esta última compañía es la encargada de operar el gran tesoro de la isla, que da nombre a la sociedad. El complejo de Gorona del Viento es único en el mundo, pues está compuesto por un planta hidráulica de bombeo -que almacena el agua que no precisa en una balsa superior a la central para soltarla hacia las turbinas cuando sea preciso- y un parque eólico. Ambas fábricas de electricidad renovables están íntimamente interconectadas, pues el agua se bombea gracias a la energía sobrante que producen los molinos de viento.

Fuentes de la empresa canaria explicaron que los habitantes de la isla se alimentaron exclusivamente de esa energía 100 % renovable durante 1.905 horas a lo largo del 2019; 596 de ellas fueron consecutivas -entre los días 13 de julio y 7 de agosto-, batiendo de ese modo el récord particular de las instalaciones. Con ellas, Gorona del Viento acumuló más de 4.800 horas de generación limpia desde el primer período 100 % renovable, que se produjo el 9 de agosto del 2015.

Pero, como se ve, a diferencia de Islandia, de renovables no solo puede vivir la isla canaria. La central hidroeólica está respaldada por una de motores diésel, la de Llanos Blancos, propiedad de Endesa, y que salta al escenario cuando falta recurso para las otras tecnologías. Todavía es imprescindible, pero las renovables son ya mayoría, pues en el 2019 generaron el 54 % de la electricidad total consumida en la isla, según el balance oficial de Gorona del Viento.

Paneles en la graciosa

En otra isla canaria, La Graciosa, con solo 700 habitantes, se está cocinando otro intento de generación renovable centrado en la instalación de paneles solares para autoconsumo eléctrico -los molinos de viento están vetados en este espacio natural protegido-. Pero, de momento, se ha quedado en un proyecto piloto, impulsado por Endesa y las instituciones públicas canarias, con un presupuesto de dos millones de euros.

En general, el archipiélago canario, con un sistema eléctrico aislado, que lo obliga a apañárselas con sus propios recursos de generación, está adentrándose pasito a pasito en el mundo renovable para reducir progresivamente su aún importante dependencia de las tecnologías más contaminantes.

Según datos de Red Eléctrica de España, la comunidad insular sigue abasteciéndose mayoritariamente de fuentes no renovables. En el 2019 consumió casi 7,5 millones de megavatios hora de ese tipo, frente a 1,5 millones procedentes de fuentes limpias. Estas últimas experimentaron un incremento de un 36 % con respecto al 2018, gracias, fundamentalmente, a la eólica, cuya producción aumentó un 77 % de un año para otro. Y es que Canarias se convirtió en los últimos años casi en el único territorio nacional que incentivó la instalación de renovables. De ahí que las empresas del sector se hayan abalanzado a construir parques eólicos en las islas afortunadas.

Endesa ocupa una posición privilegiada en las islas, donde gestiona nueve centrales de producción (aparte de su participación en Gorona del Viento), de diferentes tecnologías, que van desde los ciclos combinados a grupos de vapor, turbinas de gas y grupos diésel con una potencia total instalada de 2.525,68 megavatios (el doble que la central de carbón de As Pontes).

A través de su filial renovable Enel Green Power España, gestiona quince parques eólicos en Canarias que suman en total 63,7 MW de potencia instalada, y en los que participa junto a diferentes instituciones públicas y privadas.

A Illa de Arousa, a la vanguardia europea de las energías limpias

A Illa tiene un aquel especial, capaz de atrapar a quien se arriesga a cruzar el puente que separa este pequeño municipio arousano de sus vecinos de O Salnés. En esta localidad, que frisa siempre el umbral de los cinco mil habitantes, tomaron conciencia hace años de que viven en un pequeño paraíso verde y azul. Y decidieron cuidarlo. Eso explica, por ejemplo, que esta localidad invirtiese en el saneamiento cuando ese no era un gasto especialmente valorado. O que pusiese en marcha, hace más de veinte años, un plan de compostaje que colocó a los isleños ante la extrañada mirada de los municipios del entorno, a la vanguardia de Europa en lo que a gestión de residuos se refiere. Ahora, A Illa vuelve a ser pionera, ya que ha sido seleccionada, junto con 25 islas más de todo el continente, para formar parte de «Clean Energy Islands», un proyecto amparado por la Comisión Europea. Los territorios seleccionados han recibido la encomienda de marcar el camino de la transición energética, explorando vías que permitan armonizar el desarrollo económico con el cuidado del entorno, el bienestar social con el bienestar medioambiental.

Para lograr ese objetivo, en A Illa han decidido poner en práctica una estrategia que, aquí, siempre funciona: un debate social masivo, abierto a todos los vecinos. Desde hace meses, funcionan grupos de trabajo que tratan de averiguar qué se puede hacer para reducir el impacto del ser humano sobre un paraje tan delicado como es el isleño. Hay mesas de debate sobre cómo hacer más sostenible la pesca y el cultivo del mar, discusiones sobre el modelo turístico que debe ofrecer una localidad bendecida por la naturaleza, intercambio de pareceres al respecto de los nuevos tipos de construcción, más eficientes. La concejala de Medio Ambiente de la localidad arousana, Gabriele von Hundelshausen, asegura que todas estas reuniones son de lo más productivas. «Xorden moitas ideas, moi interesantes», explica la edila, que ayer mismo capitaneaba una puesta en común de las principales conclusiones alcanzadas hasta el momento. El proyecto, reconoce, es ilusionante. E importante. Porque, al fin y al cabo, A Illa ha sido seleccionada para convertirse en un motor que inspire las nuevas políticas energéticas europeas. Una muestra de un cambio que no solo es posible, sino que resulta necesario para tener alguna opción de frenar el cambio climático.