Esto se enfría

Venancio Salcines
Venancio Salcines DIRECTOR GENERAL DE CESUGA

MERCADOS

16 feb 2020 . Actualizado a las 05:05 h.

El martes fue un día cargado de noticias. La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, afirmó que la política monetaria tiene que tomarse un descanso o, en todo caso, asumir que en solitario no es capaz de mover la economía de la eurozona. En línea con su antecesor, Mario Draghi, reclamó que las políticas fiscales y estructurales entren en juego. Y uno le agradece a Lagarde que lance este mensaje, pero igualmente reconoce que este discurso no es nuevo y que la respuesta siempre es la misma, el silencio. Nadie responde. Pero en este caso, mientras ella en Fráncfort habla de más gasto público, la Comisión Europea, en Bruselas, dice lo contrario. Es más, se da por hecho que el nuevo marco presupuestario (vigente entre el 2021 y el 2027) rebajará en 300.000 millones al año las pretensiones del Parlamento europeo. De partida, la Cumbre Europea, que se celebrará el próximo día 20, abordará recortes del 10 % en los fondos estructurales y agrícolas. Ya ven. Directos a la frente española. Otro disgusto para el campo español.

Uno ve esto y se pregunta, ¿hay alguien en casa o vivimos en una pensión, donde todos están de paso y nadie quiere pasar la fregona? Pero el martes dio mucho de sí, solo hubo que esperar al Consejo de Ministros y allí salió la nueva verdad macroeconómica: la velocidad del enfriamiento se acelera. Hasta aquí nada que no sepamos. La alegría es que, por fin, sabemos que el Gobierno también es consciente.

Uno ya se conforma con nada. Y es que lo dicen con la misma naturalidad que un amigo te cuenta que ha ido a Lalín a tomar un cocido. Y no. No toca. A fecha de hoy, creemos que este año creceremos al 1,6 % y hace un mes que sería al 1,8 %. Hace algunos meses más, se decía al 2 %. Y no pasa nada. Cada dos telediarios rebajamos las expectativas y no pasa nada.

Y es cierto que para muchos no pasa nada porque lo ven como el proceso natural. El argumento es sencillo, tenemos que reducir el déficit público para no perder la credibilidad ante Europa y los mercados internacionales y, por tanto, no podemos estimular el gasto público como desearíamos. Así que toca crecer como toca crecer. Se acabó el debate. Y uno se pregunta, ¿en serio la inteligencia económica de este país no da para más? ¿Y el año que viene? Casi igual, te responden, al 1,5 %.

¡Ah! Es que van a mantener sus ritmos de gasto público. No, los seguiremos reduciendo, habremos pasado del 2,2 % del 19 a un 1,8 %, pero confiamos en que se activen las exportaciones y pasen de crecer un 2,7 a un 3,1 %. El sector exterior evitará la caída de nuestra economía. Está leyendo bien. Todo nuestro marco macroeconómico está supeditado a que la economía mundial se active en el 21.

¿Obvio? Uno acude al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional y les pregunta: ¿cómo ven el 21? Como el 20. Para este año esperamos un crecimiento del 3,3 % y para el año, del 3,4 %. Una décima de diferencia. Décima a la que se ha agarrado nuestra ministra para taparnos lo obvio. Vamos hacia unas tasas en las que los crecimientos del empleo serán mínimos. ¿Se acabó la fiesta? Ya, preguntará por la inversión privada, cómo se estima. Olvídese. Cae a plomo. Del 2,2 % del 2019 al 1,3 % de este año. Para el 2021 la vemos en el 1,4 %, recuperándose. ¿A cuento de qué? El sector exterior.

¡Ah! ¡Cuánto da de sí China! Rece porque le vayan bien las cosas a Pekín porque Madrid ya no tiene otra esperanza que no sea la esperanza amarilla. ¿Qué pensar? Que hay que usar la política fiscal para activar la inversión privada. Esta estimulará la creación de empleo, y este impulsará el consumo familiar. ¿No lo ve lógico? Pues el otro día, un conocido político, y encima del PP, me recriminó ser liberal. No puedo más. Me voy a Lalín a tomar el cocido y buscar una buena cachola a quien llorarle las penas.