El muñidor del proteccionismo

MERCADOS

25 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Más que fraguar intrigas, Peter Navarro ha sabido manejar sus tiempos hasta alcanzar la resonancia que siempre ha deseado y nunca había logrado. Ha hecho lo indecible para conseguirlo: desde abrazar el libre comercio y políticas fiscales -hace más de 20 años- que gravasen las fortunas de los más ricos hasta convertirse en el abanderado del proteccionismo que ahora preconiza Donald Trump y alcanzar así su propósito de destrozar las pretensiones de China de convertirse en interlocutor imprescindible de la economía mundial.

Indagando en su biografía, resulta difícil encontrar quien respalde los casi obsesivos criterios de Navarro en favor de los aranceles contra todo lo que no se fabrique en EE. UU. Es lo que susurra cada mañana al oído de Trump en el Despacho Oval.

Muchos se preguntan cómo y cuándo se produjo semejante evolución en Navarro. De duro combatiente liberal a tenaz y heterodoxo defensor del American first en las relaciones comerciales e industriales norteamericanas con el resto del mundo. Ninguna corriente económica respalda su política pese a estar considerado como uno de los economistas más poderosos del momento. Pese a ello, es el principal asesor del presidente republicano, arquitecto y defensor de los aranceles y declarado opositor a los acuerdos comerciales, especialmente con China, que tantos quebraderos está causando en este mundo globalizado.

Y de las amenazas a los hechos. Porque la incertidumbre y el desequilibrio que genera esa desconfianza -que también ha hecho extensiva a los que habían sido hasta hace poco sus socios comerciales (Canadá, México o UE)- se abre el aviso cierto de una nueva recesión mundial. También para EE. UU., como acaba de advertir la Asociación Nacional de Economía de la Empresa estadounidense. Da un año de plazo para que el actual período de expansión y fortaleza económica -el más prolongado de toda la historia del país- se transforme en esa pérdida generalizada de la actividad de la que conocemos bien sus nocivos efectos.

De producirse, a Donald Trump le pillará en plena campaña electoral para repetir mandato. Veremos cuáles serán entonces los consejos de Navarro. Quizás no tenga reparos en volver a cambiar de opinión, pero ya no será tan joven -tiene 69 años recién cumplidos- como cuando libró campañas electorales en California bajo las siglas del Partido Demócrata para hacerse con la alcaldía de San Diego (todas las perdió porque él quería ser político, pero no conectaba con la gente) o defendió primero a Bill y luego a Hillary Clinton en sus compromisos políticos. Un recuerdo nefasto en su currículo que incluso le llevó a la ruina económica y personal. Un escenario que no quería volver a revivir quien provenía de una familia de clase trabajadora de Massachuset: su padre saxofonista se separó de su madre cuando él y su hermano eran pequeños y solo las becas y múltiples trabajos le permitieron graduarse en la universidad.

¿Quién encontró -e integró en el equipo de asesores del presidente- a este académico, doctor por Harvard que descubrió en la política económica su verdadera vocación profesional tras el fiasco electoral? Pues el yerno de Trump, Jared Kushner, el marido de su hija Ivanka, buscando en Amazon referencias de economistas dispuestos a abrir una guerra comercial contra China. Sus buenas credenciales académicas y autor de numerosos libros hicieron que Kushner le rescatase del anonimato como coautor de «Muerte por China», «El juego de la política» o «La próxima guerra con China».