El dilema por la venta de armas

Patricia Baelo BERLÍN / LA VOZ

MERCADOS

RALPH ORLOWSKI

La industria exige al Gobierno teutón que relaje sus leyes para obtener más ingresos, mientras la oposición pide un veto a todos los países que participan en la guerra de Yemen

31 mar 2019 . Actualizado a las 05:14 h.

A raíz del asesinato del periodista Jamal Khashoggi el pasado octubre, el Gobierno alemán decidió detener la exportación de armas a Arabia Saudí. Una prohibición que acaba de ser prolongada hasta finales de marzo, y que divide al Ejecutivo de la gran coalición. Pero también le ha granjeado duras críticas de vecinos como Reino Unido y, sobre todo, de Francia, que se quejan de que el veto afecta a los proyectos armamentísticos conjuntos, como los aviones de combate Eurofighter y Tornado. «Es inútil estrechar la cooperación entre nuestros dos países para fabricar armamento cuando uno de ellos no está dispuesto a exportarlo», criticaba hace unos días el titular galo de Economía. En una entrevista con el dominical germano Welt am Sonntag, Bruno Le Maire exigía a Berlín que relaje sus estrictas leyes para la exportación a países extracomunitarios, si quiere seguir contando con un sector «eficiente y competitivo».

A la reclamación se ha sumado la industria armamentística franco-germana, incluyendo el consorcio aéreo Airbus. Según una respuesta parlamentaria del Ministerio de Economía, en el 2018 el Gobierno de Angela Merkel concedió un 22,7 % menos de licencias para exportar armas que el año anterior, haciendo que los ingresos del sector pasaran de 6.242 millones de euros a 4.824 millones. Esta política se tradujo en el tercer ejercicio consecutivo de caídas en las ventas, después de que el 2015 cerrara con un récord de 7.860 millones de euros.

La reducción de licencias fue aún mayor para las controvertidas exportaciones a países de fuera de la OTAN, alcanzando casi un tercio del total. Sin embargo, muchos en el sector parecen olvidar que en el 2017 Alemania aumentó un 6,6 % sus envíos a estos países, también a aquellos que sufren de inestabilidad política o se ven implicados en conflictos. Es más, solo con estas remesas la industria se embolsó un total de 3.795 millones de euros.

De acuerdo con el último informe anual que acaba de publicar el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), cinco países coparon tres cuartas partes de las ventas de armamento que se llevaron a cabo en todo el mundo entre el 2014 y el 2018: Estados Unidos, Rusia, Francia, Alemania y China, por ese orden. A lo largo de ese lustro, las exportaciones germanas repuntaron en torno a un 13 %, especialmente gracias a sus submarinos, el producto con más éxito.

Mientras que durante el período 2009-2013 la primera potencia europea acaparaba el 6,1 % de la cuota de mercado mundial, hoy este porcentaje ha escalado ya hasta el 6,4 %. Sus principales clientes son Corea del Sur, Grecia e Israel. Por regiones, el 30 % de las armas alemanas van a parar a Asia, el 27 % a Europa y el 25 % a Oriente Medio, una zona plagada de conflictos. «Rusia, Francia y Alemania incrementaron sensiblemente sus ventas a Egipto en el último lustro», explica Pieter D. Wezeman, investigador del SIPRI.

«Cada arma encuentra su guerra», argumenta la diputada de La Izquierda Kathrin Vogler. Su partido propone que el veto a las exportaciones hacia Arabia Saudí, que en los últimos cinco años ha aumentado sus importaciones casi en un 200 %, se extienda a todos aquellos países que participan en la guerra de Yemen. Además, con la intención de frenar el bum que experimenta el sector armamentístico, insta al Ejecutivo a intensificar los controles.

Sobre todo, después de que saliera a la luz que el fabricante germano Heckler & Koch fue condenado en febrero a pagar 3,7 millones de euros por exportar ilegalmente a México. La Justicia también dictó prisión condicional para dos antiguos empleados de la empresa, que enviaron 15 cargamentos de armas militares al país norteamericano entre el 2006 y el 2009 sin licencia para ello. Unos 10.000 rifles H&K, de los cuales 4.796 fueron a parar a los estados más violentos de México, como Guerrero, donde se cree que 43 estudiantes fueron asesinados por narcotraficantes en el 2014.