Grecia, ¿hasta cuándo resistirás?

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro CORRESPONSAL EN BRUSELAS

MERCADOS

Los expertos más optimistas aseguran que el país heleno puede sobrevivir sin ayuda hasta el inicio del verano. El Eurogrupo agita la bandera de la quiebra y arremete contra Atenas

28 abr 2015 . Actualizado a las 08:39 h.

Cada encuentro frustrado de Grecia con el Eurogrupo es una cita con la quiebra. El pasado 20 de febrero el ministro de Finanzas heleno, Yanis Varufakis, dejaba impresa su firma en un acuerdo para extender el rescate griego hasta finales de junio, marcando el inicio de una carrera contrarreloj para desbloquear el último tramo de ayuda de 7.200 millones de euros. El Gobierno de Alexis Tsipras ha ido sorteando desde entonces toda amenaza de impagos como mejor ha podido. Caminar al filo de la bancarrota le ha permitido ganar tiempo para negociar un paquete de reformas menos severo con la antigua troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) y sus socios. Pero más de dos meses después, el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, se plantó en Riga el pasado viernes y con semblante enfadado anunció que Grecia sigue «muy lejos del acuerdo» para abrir el grifo de la financiación. ¿Hasta cuándo puede resistir el país heleno sin capitular?

Al límite

Tsipras intenta controlar los nervios de su Ejecutivo ante el desplome de los ingresos y la retirada masiva de depósitos de los bancos helenos: «Grecia está al límite», reconoció el viceministro de Finanzas griego, Dimitris Mardas. El Gobierno de Syriza tiene problemas de caja, que acumula más polvo que ingresos, para hacer frente a todas las obligaciones de pago. Hasta ahora lograron esquivar la quiebra, tantas veces anunciada, pero Atenas empieza a enviar serias señales de angustia ante el calendario que se avecina. La última bengala de auxilio que ha lanzado ha sido la promulgación de un decreto ley para obligar a los organismos públicos locales a transferir reservas en efectivo al banco central heleno: «Si no hubiéramos aprobado el decreto, nos faltaría dinero», aseguró el portavoz del Gobierno, Gavriil Sakelaridis. Tsipras ha ganado tiempo con esta jugada pero apenas le dará dos o tres semanas de margen para alargar las negociaciones. La medida solo ha canalizado hacia las arcas del Estado 160 millones de euros. 

Grecia confía su supervivencia a la liquidación de activos financieros y el superávit primario. Al menos hasta lograr un acuerdo. ¿Podrán resistir hasta entonces? El experto del think tank Bruegel, Zsolt Darvas, asegura que «sí, al menos hasta el verano». El panorama que describe es el de un pacto en el último minuto de descuento. Hay que recordar que a finales de junio expira la prórroga. Sin plan de reformas en marcha, Grecia no podrá desembolsar las ayudas. En el seno del Eurogrupo no comparten esta opinión y agitando el temor a la quiebra inminente acusan a Varufakis de «irresponsable» y de hacerles «perder el tiempo» en las negociaciones. 

Lo único cierto es que cualquier movimiento en falso puede acabar con la economía griega fuera de juego. Hasta ahora, los bancos griegos sobreviven con la respiración asistida que les proporciona la línea de liquidez de emergencia (ELA) que el Banco Central Europeo (BCE) puso a su disposición tras negarse el pasado 5 de febrero a seguir admitiendo la deuda griega como garantía. Pero la situación podría cambiar en breve. El director de la autoridad bancaria europea, Mario Draghi, advierte de que no podrá mantener la línea de liquidez de urgencia a los bancos helenos si el panorama no mejora: «Se mantendrán solo mientras sean solventes (?) El tiempo se agota», aseguró al término del último Eurogrupo. 

El calendario aprieta

El calendario de pagos no deja dormir a los griegos. El mes de mayo llama a las puertas y con él, los acreedores. El Fondo Monetario Internacional (FMI) cuenta los días para que Atenas le devuelva 980 millones de euros. La primera factura deberá ser abonada el uno de mayo (200 millones), la segunda el día doce (780 millones), solo un día después de otra cita crucial con el Eurogrupo en Bruselas. Por si fuera poco para un país a punto de ser engullido por sus propias deudas ante la impasible mirada de sus socios y acreedores, el Gobierno de Atenas deberá refinanciar 2.800 millones de euros en letras que vencen ese mismo mes.

Tras los focos y las cámaras, las autoridades griegas reconocen que necesitan un acuerdo urgente para hacer frente a la cuesta de julio y agosto, meses en los que se concentran buena parte de los reembolsos. Durante ese tiempo vencerán bonos por 6.700 millones hoy en manos del Banco Central Europeo. La factura no termina ahí. El Fondo Monetario Internacional recuerda a Grecia que deberá ingresarle en esos dos meses 645 millones de euros. Todo sazonado con la emisión de letras en el mercado para refinanciar la deuda. Si los inversores no vislumbran un plan a media distancia, los intereses, como ya ocurrió la semana pasada, podrían dispararse, añadiendo más carga a la descomunal deuda griega que alcanza ya el 180 % del PIB.

¿Hay acuerdo a la vista?

El nuevo plazo que dispone Grecia para alcanzar un acuerdo es la cita con el Eurogrupo del 11 de mayo. Hasta entonces, y si aguanta la hucha, Tsipras y Varufakis podrán seguir luchando para aflojar la soga que los acreedores le han puesto al cuello. No podrán volver a casa sin un paquete de reformas a la griega que evite una crisis de gobierno con el sector más radical de Syriza por un lado y los socios ultranacionalistas de la Ejecutiva por el otro. Esto implica dar portazo a las principales reformas que le exige la troika: Reforma laboral, recorte de las pensiones, subida del IVA y un mayor volumen de privatizaciones. Con este panorama, las conversaciones se parecen más a un diálogo de sordos. A pesar de ello, Tsipras confía en que habrá un consenso, pero advierte de que «no será eligiendo el camino del chantaje financiero inmoral y brutal». 

La demanda es legítima. Expertos, analistas y figuras políticas de alto nivel piden a los acreedores y socios que no hurguen más en la herida abierta de Grecia: «En lugar de exigir reembolsos y más austeridad, el FMI debería reconocer sus responsabilidades por la difícil situación que atraviesa el país y olvidar buena parte de la deuda», recomienda el economista Ashoka Mody. El ex secretario del Tesoro de Estados Unidos, Larry Summers, alertó hace tiempo de los riesgos que puede traer un accidente con Grecia si no se abre la mano: «Es como tirar del hilo suelto de un jersey. Podría arrancarse sin consecuencias o podría deshacerlo todo». Hasta el economista jefe del FMI, Olivier Blanchard reconoce que «más austeridad aplastará el crecimiento». 

Ganar la batalla

Con el reloj, las finanzas y los socios europeos en contra, los griegos plantan batalla. Las más altas esferas en Berlín, Frankfurt, Bruselas y Washington parecen haber escrito ya la historia que le deparará a Grecia en los próximos años, sin contar con el propio pueblo heleno. Pero su Gobierno resiste. Fuentes diplomáticas de Bruselas tachan de ingenuidad, teatrillo e inexperiencia este último acto de rebeldía y anticipan que tarde o temprano tendrán que rendirse. Independientemente del desenlace que tenga esta interminable tragedia griega, pocos de sus adversarios políticos niegan la dignidad con la que han intentado defender una vuelta de tuerca a las fallidas recetas económicas europeas.