Miel, castañas y cereales en Forgas

carlos rueda / francisco albo MONFORTE / LA VOZ

SAMOS

Una aldea de A Pobra do Brollón conserva recuerdos de antiguas tradiciones casi desaparecidas

30 sep 2018 . Actualizado a las 08:57 h.

A medio camino de la montaña de A Pobra do Brollón se encuentra la aldea de Forgas de Abaixo, en la parroquia de San Salvador de Ferreiros. La localidad conserva un importante conjunto de arquitectura tradicional, pero la situación que vive hoy tiene poco que ver con la que conoció en sus mejores tiempos. Por entonces contaba con seis casas en las que convivían hasta casi cincuenta personas y hoy solo hay una familia que viva en ella de forma regular durante todo el año.

La economía local dependía de la agricultura y la ganadería. Uno de sus principales recursos era la recogida y el secado de la castaña. En la aldea funcionaban dos sequeiros pertenecientes a vecinos de Santalla de Lóuzara -en Samos-, que eran conocidos por los nombres de Regueiro y Vega. «Tamén viñan algúns veciños de Monteagudo y de Ferreiros a recoller castaña, xa que tamén tiñan algúns castiñeiros en propiedade, e logo levábana a secar aos seus sequeiros», recuerda Amable Gordín, una vecina de Forgas. Además, cada vecino secaba sus castañas en las caniceiras, unos pisos de tablas de madera separadas -llamadas ripias- que estaban dispuestas sobre la cocina o la lareira. «Hoxe aínda se van recollendo algunhas, pero non tantas como antes, porque quedou moi pouca xente para aproveitalas», añade la vecina.

Siete alvarizas

La apicultura era otra actividad muy importante en Forgas. En el entorno de la alde se explotaron hasta siete alvarizas. Dos de ellas, situadas en el lugar de A Petada, eran propiedad de vecinos de Ferreiros. Las otras eran de vecinos de la aldea y tenían sus propios nombres: Camilo, Peseta e Prado Vello. En los alrededores, por otro lado, se sembraban importantes cantidades de cereales, sobre todo trigo y centeno. De ello dan fe cinco airas, donde se hacían las mallas, distribuidas por toda la aldea. Pertenecían a las casas de Carreira, Galgo, Peseta, Cancelo y Laberco. Para moler el grano, los vecinos disponían de un molino comunal, que en la actualidad está restaurado y conserva toda su maquinaria. Era un molino de los conocidos como relos, es decir, sin peneira o tamiza. Una vez molido el grano, se llevaba para casa y se tamizaba a mano sobre una arca de madera. «O muíñoo só moía nos meses de inverno, porque no verán o caudal do río baixaba moito e non se podía moer», señala Amable Gordín.

En la aldea había una única fragua, la de la casa de Laberco. Era del padre de Amable, que llama ba Manuel Gordín Fuente. La mayoría de los trabajos que hacía eran para el servicio de la casa, pero a veces también eran para los vecinos. El herrero arreglaba todo tipo de útiles y aperos de labranza, y a veces también fabricaba algunas herramientas. «Ademais de ferreiro, meu pai tamén facía de carpinteiro, zoqueiro, cesteiro... un pouco de todo», dice la vecina.

Forgas de Abaixo, además, fue cuna de grandes brindeiros, es decir, cantores populares de brindos o coplas improvisadas. En esta tradición popular, que también fue propia de las tierras de O Courel y Os Ancares, destacaron los hermanos Álvaro y José Veloso Valcárcel, junto con un primo suyo llamado Lisardo. La tradición no fue continuada por la gente joven y se perdió el año pasado al fallecer e el último brindeiro, José Veloso.

DESDE A POBRA

Hay que salir de la capital municipal por la carretera que lleva a Saa, Forgas y A Veneira de Roques. En el kilómetro 6,2 hay un desvío hacia Forgas de Abaixo, que está a 1,5 kilómetros del cruce