Los hippies -que a estas alturas ya no se enfadan por el término- se consideran no solo aceptados sino apreciados, tanto en la reducida localidad de Negueira como en la vecina de A Fonsagrada. Incluso afirman con cierto orgullo y con otras palabras que son uno de los pocos motores económicos de la zona.
Son conscientes de que al principio eran vistos como bichos raros y poco recomendables, pero hace tiempo que el tópico dio paso a la realidad, que es la de personas que tienen su medio de vida más o menos convencional y que acuden a menudo a la tienda a hacer la compra o al bar a tomar café.
Magdalena, la más extravertida, afirma que pasó en Negueira los mejores años de su vida. Ahora se reconocen más cómodos pero, aunque hubo excepciones, aceptan que en general siguen navegando en la izquierda ideológica: «Yo, cada vez más», dice la mujer.