El día que los Castro regresaron a su casa

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo LÁNCARA / LA VOZ

LUGO

Lorena García

La visita de la familia de Fidel a Láncara se movió entre la morriña y la celebración

29 jul 2022 . Actualizado a las 18:11 h.

Fue en una reunión familiar en La Habana, tras la visita de Fidel Castro a Galicia en 1992, cuando el líder de la revolución y su hermano Raúl encomendaron a su prima Marité buscar la manera de restaurar la casa en la que su padre, Ángel Castro Argiz, había nacido allá por 1875. Comenzaba un largo camino al que ayer, treinta años después, se puso fin. La vivienda se ha recuperado y funcionará como centro de interpretación de la emigración.

La inauguración de la casa museo fue todo un acontecimiento en Láncara. La visita de Emma Castro, hermana de Fidel, y de Mariela Castro, hija de Raúl, alteró los biorritmos del lugar en una jornada a medio camino entre la celebración y la nostalgia. «Mi padre hablaba de Láncara, no todo el tiempo, pero sí. Todos los años decía: para el año, mi gente, vamos allá», recordaba Emma Castro. Ángel no regresó, pero sí lo hicieron, de visita, algunos de sus descendientes.

«Este es un momento muy emocionante por todo lo que significó mi abuelo, a pesar de que no lo conocí. Yo aprendí mucho de su historia y eso me motivó mucho a conocer Galicia. Te cuenta las bondades, dolores y morriña de este pueblo», resumía Mariela Castro en la eira de la casa que en su día dejó atrás Ángel. «El vínculo familiar que existe entre el pueblo de Cuba y el gallego es muy fuerte», repitió.

Con las banderas de Láncara y Cuba ondeando tímidamente bajo un sol abrasador, y el coro de la Asociación de Amigos do Camiño de Santiago en Lugo poniendo la banda sonora, arrancó el acto oficial en el que Galicia y Cuba homenajearon a los que tendieron puentes a través de la emigración. Sobre la importancia de ese fenómeno versaron los discursos y también un deseo. «Ojalá nunca más, ni de estas tierras, ni de ninguna, salga ningún emigrante por necesidades económicas», cerró la hija de Raúl Castro.

Era la tercera vez que Mariela visitaba Galicia y el paisaje volvió a sorprenderla. Le recuerda, explicaba, a Birán, el lugar que su abuelo eligió en Cuba para fundar un hogar y tratar de salir de la pobreza. Esa idea de lucha por la supervivencia también pasó por la mente de Emma al recordar a su padre. «Esta es la tercera vez que vengo. Estuve en esta casa en el 93 y reencontrarse con esto pone a uno a pensar: qué hacía, cómo vivía el pobre. Pero da mucha satisfacción que, habiendo siendo tan pobre, lograse lo que logró y siempre mantuviese la humildad».

El esqueleto de la casa, con la lareira, se ha recuperado y allí, tras el preceptivo corte de cinta inaugural, se reprodujo un vídeo con una retrospectiva histórica del fenómeno migratorio hacia Cuba. Cuando en la pantalla aparecieron las fotos familiares de los Castro, Emma sonrió.

La parte más festiva

Pero esa capa de morriña que tiñó algunos momentos de la jornada se convirtió en festiva en la carballeira de Láncara en la que se celebró la comida para 150 invitados. Empanada de cocido, langostinos y carne asada en un menú al que se puso la guinda con una queimada. De fondo, música de gaitas y conversaciones cruzadas. También algunos libros con los que agasajar a parte de los asistentes, entre los que se encontraban la cónsul cubana en Galicia y el de Venezuela; fotos y afectos. Instantáneas con las que algunos cubanos en la comunidad querían recordar la visita de la familia Castro.

Varios apoyos y una exposición complementaria

Recuperar la centenaria vivienda de piedra de los Castro, que cedieron el inmueble, fue un ejercicio de colaboración en el que familia, Concello de Láncara, Diputación de Lugo, Confederación de Empresarios y la Asociación Amistad y Solidaridad Láncara-Cuba, además de instituciones cubanas, aunaron fuerzas. Querían recuperar parte de la historia de los Castro, pero también convertirlo en un lugar en el que poner en valor la trascendencia de la emigración gallega.

Esta fluida relación entre Lugo y La Habana tiene, además, otra arista, y es la económica. La relación entre el empresariado lucense, partícipe también en la restauración de la vivienda, y las autoridades cubanas mantiene abierto una vía para seguir colaborando.

Una de las paradas que la comitiva cubana hizo en su periplo por Láncara fue en la vieja escuela de la localidad, ahora convertida en local social. Un lugar simbólico, puesto que buena parte de esas escuelas que se crearon en su día en la provincia se sufragaron, en parte, con la colaboración de la emigración.

En el interior de la escuela está la exposición O soño cubano da emigración galega, impulsada por el Consello da Cultura Galega. Su presidenta, Rosario Álvarez, fue la encargada de explicar la muestra y recordó que fue precisamente en La Habana donde se exhibió por primera vez la exposición para conmemorar el quinto centenario de la fundación de la ciudad.