Las tres familias que abrieron las primeras casas rurales de Lugo hace 30 años

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA LUGO / LA VOZ

LUGO

De izquierda a derecha, Maribel Fontal, de Casa Pacios, Susa y Deolinda, de Torre de Viñariño y Juan Carlos, de Casa Vizcaín
De izquierda a derecha, Maribel Fontal, de Casa Pacios, Susa y Deolinda, de Torre de Viñariño y Juan Carlos, de Casa Vizcaín la voz

La Torre de Vilariño, en O Saviñao, fue la pionera de toda Galicia: «Nos arriesgamos y fue un bum»

26 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La naturaleza y las aldeas del Galicia como interés turístico mundial se empezaron a aprovechar hace exactamente 30 años. Fue entonces cuando se inauguraron las primeras casas destinadas al turismo rural. En septiembre de 1990, José Antonio García y Deolinda Machado, de O Saviñao, abrieron la Posada Torre de Vilariño, una de las tres primeras casas de turismo rural de Galicia. Todas empezaron a funcionar al mismo tiempo, las otras dos en A Estrada (Pontevedra) y en Trives (Ourense). Esta pionera idea, en su momento, formó parte de una firme apuesta de la Xunta de Galicia dentro del Plan Xacobeo. Manuel Fraga, como presidente de la Xunta, y el conselleiro Víctor Portomeñe fueron los que sacaron las subvenciones para construir estos nuevos negocios.

«Yo tenía tres años pero todavía recuerdo el acto de inauguración con Fraga», cuenta Susana García, la hija del matrimonio que lleva actualmente el negocio junto a su madre. El fundador de Torre de Vilariño, José Antonio García, siempre había sido emprendedor: «Antes de la casa rural tenía plantaciones e invernaderos de paniculata. Fue uno de los primeros que viajó hasta Holanda para hacerse con semillas», recuerda su hija. Pero dar el paso a abrir un negocio nunca antes visto en Galicia fue un riesgo muy grande. «Mis padres se dejaron los ahorros de su vida en este proyecto, para arreglar la casa y ponerla en marcha, pero fue un éxito total», relata García. Si se animaron a hacerlo, en gran parte, fue por las ayudas económicas que daba la Xunta entonces. «También influyó la afinidad de mi padre con Fraga, que se hospedó numerosas veces en Vilariño, sobre todo en sus visitas a Belesar».

Susana García y su madre llevan ahora la Torre de Vilariño
Susana García y su madre llevan ahora la Torre de Vilariño ROI FERNANDEZ

Contra todo pronóstico, una casa en una parroquia rural de O Saviñao, Vilariño, fue el lugar deseado para hospedarse de numerosas personas de toda España y extranjeros de Portugal, Francia o Alemania. «Los primeros años fueron buenísimos, después hubo una caída porque la competencia empezó a salir de todos lados», relata García. Pero el auge de la Ribeira Sacra volvió a consolidar los visitantes. «Aunque yo siempre intento tirar para casa y recomiendo que visiten lugares del concello para que no se vayan a la parte ourensana, como la Ruta del Románico», bromea la hija de los fundadores. El modelo pionero de Torre Vilariño hizo presidente a José Antonio García de la Asociación Gallega de Turismo Rural durante muchos años. Falleció en el 2012. La casa no cambió nada desde que se inauguró hace 30 años, ni siquiera su excelente gastronomía. «Mi padre era más el encargado de elaciones público y mi madre lleva a cargo de los fuegos de la cocina este tiempo. Nos centramos mucho en dar comida casera, con productos de nuestro huerto», explica García.

Casa Pacios, Triacastela: «Sempre confiei no potencial de Triacastela»

Maribel Fontal, fundadora de Casa Pacios en su albergue actual
Maribel Fontal, fundadora de Casa Pacios en su albergue actual ALBERTO LÓPEZ

El turismo rural y la campaña del Xacobeo empezaron al unísono, queriendo potenciar las pequeñas poblaciones del interior de Galicia. Maribel Fontal, en Triacastela, fue una de las primeras que supo sacarle partido. En agosto de 1993 abrió Casa Pacios junto a su marido, en su aldea natal, Vilavella. Unos días después de la inauguración Casa Vizcaín.

«Estaba todo o mundo falando dese novo negocio do turismo rural, de aproveitar as casas vellas e das axudas que daban Fraga e Portomeñe», recuerda Fontal. La lucense de 75 años, que siempre se sintió emprendedora, se animó junto a su marido a vender varias fincas para comprar el terreno y la vivienda de lo que sería Casa Pacios. Al mismo tiempo que inició esta «aventura», ejercía como maestra, primero itinerante y finalmente en Sarria. «Naqueles tempos tiñamos moito medo porque comezabamos algo novo, pero sempre confiei en Triacastela e en Galicia», cuenta. Para Fontal, la naturaleza de Galicia había estado sin explotar, y todavía algunos sitios siguen así a día de hoy. «E efectivamente o turismo rural foi un éxito rotundo. Ao final o peor só foi ter que pagar o crédito», bromea. El entorno natural de Vilavella cautivó desde el principio sobre todo a gente del resto de España que se trasladaban para pasar las vacaciones. Poco a poco, Fontal fue notando como cogía auge lo que acabaría siendo imparable: el Camino de Santiago.

La vida antes del Camino

«Por onde pasa o camiño, deixa diñeiro», resume la vecina de Triacastela. Fontal fue presidenta durante varios años de la Asociación Lucense de Turismo Rural y pudo observar el punto de inflexión que fue el Camino Francés: «Triacastela ten farmacia, supermercado e restaurantes cheos durante a maior parte do ano grazas aos peregrinos». Muchos de los caminantes durante estos 28 años hicieron noche en la casa rural de Fontal, de los que la mayoría se volvieron extranjeros desde que el Camino fue declarado Patrimonio de la Humanidad. Actualmente Casa Pacios sigue siendo de Maribel pero la tiene alquilada. Sin embargo, desde que se prejubiló abrió el albergue A Horta de Abel. «Gústame pasar por alí tódolos días para pechar, pero xa case non traballo, foi suficiente».

Casa Vizcaín, en Negueira de Muñiz: «A pesar de estar afastados nunca nos faltaron visitantes»

Juan Carlos, hijo del fundador de Casa Vizcaín
Juan Carlos, hijo del fundador de Casa Vizcaín MANUEL

La segunda casa de turismo rural que se abrió en la provincia de Lugo, según el registro de la Asociación Lucense de Turismo Rural, fue Casa Vizcaín, en Negueira de Muñiz, en agosto del año 1993. Fue el primero y también el último establecimiento de este tipo que se inauguró en el núcleo rural de este concello de la montaña lucense. Solo hay un albergue.

El fundador fue el padre de Juan Carlos, que junto a su mujer, Ángeles Méndez, continúan actualmente con el local. «A casa xa pertencía a familia do meu marido e cando empezaron a chegar as noticias sobre as axudas económicas para empezar un establecemento de turismo rural, animáronse a pedilas», cuenta Méndez. A pesar de estar alejados de las comunicaciones generales y los grandes núcleos de población, la familia de Casa Vizcaín no dudó en el potencial de su localidad natal: «Como era a novidade a xente viña constantemente, gustou moito sempre a zona do embalse». Méndez destaca la gran afluencia de visitantes extranjeros, sobre todo de Alemania y el norte de Europa, aunque también de gente local que visitaba el municipio y Vizcaín era la única casa donde poder hospedarse.

Siete años después de su apertura se decidieron a ampliar la vivienda y actualmente cuentan con nueve habitaciones dobles. El otro punto fuerte es la parte de restauración, ya que también tienen restaurante y dan comidas diariamente.