Esculturas en un espacio «agropop» en homenaje a la vida de aldea

M.C.
M.L.B.

El pasado lunes se fue Paco Pestana. Lo hizo a su manera y a lo grande, como lo hacía todo. Y en el lugar que eligió para dejar su última creación artística. Allí, a los pies de su obra, en una luminosa tarde de otoño, se quedó para siempre.

Con las manos todavía manchadas de pintura y serrín y la cabeza llena de proyectos, su corazón desacompasó el ritmo y decidió que tantas emociones habían sido suficientes. Con 72 años que no aparentaba ni sentía, Paco dejó huérfano a este país, que lo quería tal como era.

Durante las últimas semanas había trabajado en una pieza totémica de gran tamaño que tituló Primitivo das Raposeiras, una escultura antropomórfica de cinco metros de alto tallada sobre una viga bicentenaria de castaño que otrora sostuvo el techo de un horno tradicional gallego.

Fiel a sus raíces agrarias y rurales, Paco levantó a Primitivo con la viga del horno y varias piezas de una segadora de cereales, de tracción animal, de los años 50. Así, en un entorno rural del concello de Lugo, alzó un gigante de madera y metal que recuerda a Primitivo, aquel vecino de Carballido que cruzaba de noche el souto de As Raposeiras para regresar a casa. Caminaba apurando el paso, temeroso del lobo que lo acechaba desde el alto de la corredoira, conteniendo el aliento hasta que llegaba a la Ponte do medo, sobre el Vilamoure. Allí, Primitivo encendía un Celtas y bebía un trago en la fuente para conjurar el miedo.

La última pieza de Pestana, durante el proceso de creación
La última pieza de Pestana, durante el proceso de creación

El pasado mes de agosto, Pestana quiso recorrer el camino de Primitivo. Y así, cruzó el Vilamoure, oteó la corredoira desde el mismo lugar que el lobo y bebió en la misma fuente sanadora. En esas tardes plácidas de verano, Paco se perdía en los bosques de As Raposeiras y se mimetizaba con el entorno de frondosas y hojarasca. Imaginaba la zozobra de Primitivo entre los lobos mientras admiraba la majestuosidad del lugar, repleto de seres mitológicos que su imaginación creaba a partir de las formas caprichosas de los carballos, para decir después sobrecogido: «A natureza nunca defrauda».

A Paco no le gustaba tocar de oído, así que esta vez, como siempre, creó una obra auténtica, con su historia y su mensaje. Fiel a la verdad. Por eso la viga y los aperos eran de la casa de labranza de Primitivo.

Y haciendo gala de un estilo inimitable, a mediados de agosto bautizó a su personaje con un discurso genial e hilarante y un concierto a cargo del organista italiano Giulio Mercati y la soprano vasca Lidia Basterretxea.

Pestana con  su impecable traje de faena
Pestana con su impecable traje de faena

Hace unos días, en el puente del Pilar, Paco visitó de nuevo a Primitivo. Esta vez, a la luz del otoño. Quiso hacer sidra, caldo de frixoles, brindar con el licor café de su amigo José Ramón e irse sin avisar..., dejando tras de sí un mundo que será más triste y vulgar. Desde entonces, sus admiradores piden una plaza para Paco Pestana, quizá donde estaba su estudio, en la plaza de Alicante.

Pestana, en la carballeira que inspiró su último trabajo
Pestana, en la carballeira que inspiró su último trabajo

El arco iris de Paco Pestana

EL árbol arco iris de Paco Pestana
EL árbol arco iris de Paco Pestana

Además de la escultura de Primitivo das Raposeiras, Paco quiso dejar su impronta en el entorno de su personaje y compuso un espacio que él calificó de «agropop», con esculturas de madera policromada. Diseñó una transición estética entre la heredad de Primitivo y el impresionante bosque de frondosas autóctonas que jalonan las riberas del Vilamoure. Como pieza principal se erige un carballo que Pestana convirtió en un singular arco iris. El conjunto se completa con otras piezas de madera y pizarra que rinden homenaje al agrarismo y a la mitología gallega: un altar de alabanza a la naturaleza, un trono de contemplación y un deidad pagana de la felicidad representada en una hembra de Porco celta.

Muchos proyectos pendientes

Paco Pestana estaba inmerso en multitud de proyectos artísticos. Recientemente había recibido el título de hijo predilecto de Castroverde, en un acto emotivo en el que pronunció uno de sus últimos discursos. También fue el artista elegido para hacer el último cartel de la feria del cocido de Lalín, tierra que adoraba.

Recientemente había iniciado una colaboración con la emisora local de la cadena Ser y trabajaba en sendas esculturas para los concellos de Palas de Rei y Lalín. También estaba organizando exposiciones de Vázquez Cereijo para la Fundación Miguel Hernández y el Museo de A Fonsagrada