Resurrección de un proyecto

LUGO

FOTOS: ÓSCAR CELA

Reportaje | La estación de buses está preparada para tener un hotel En los años 70 los empresarios propusieron hacer aparcamientos subterráneos en la terminal uno para buses y otro para turismos

30 mar 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

La idea de introducir bajo tierra la estación de autobuses, idea lanzada recientemente por el secretario de Colutravi, Raúl López, la cooperativa que explota las instalaciones en régimen de concesión, no es nueva. Según asegura el actual gerente del recinto, Luis Abeledo, existen actas de principios de los 70, en las que le propone al Ministerio de Obras Públicas aprovechar los 4,7 millones de pesetas que sobraron de la obra para construir dos plantas de aparcamiento subterráneo, una para autobuses y otra para turismo. La sugerencia no llegó a prosperar en su día. Según Abeledo, con aquellos dineros, que regresaron a Madrid, hubiera sido posible acometer esta obra. La cooperativa Colutravi, que obtuvo la concesión por 75 años, de los que le quedan 45 aún por disfrutar, planteó en varias reuniones internas, alguna de ellas reciente, la necesidad de una reforma de la que consideran la mejor estación de autobuses de Galicia, especialmente por su situación. Volvió a salir a la luz, a raíz del cambio de concesión del restaurante, que sirvió de recordatorio de que el proyecto primitivo del edificio contemplaba la posibilidad de poner un marcha un hotel en la parte frontal, la que da a la muralla. De hecho, cuando construyeron la estación, instalaron un segundo depósito subterráneo de gasóleo para este establecimiento de hostelería, que nunca llegó a usarse, e incluso dejaron hueco para el ascensor. El primer autobús salió de la estación construida en el antiguo campo de la feria de Lugo el día 6 de marzo del año 1975. Su destino era Nadela. Partió con cinco viajeros, todos ellos empleados de Tablicia, a las 6.30 de la mañana. El primero en entrar fue el mismo vehículo, matrícula LU-8157, que venía de realizar el servicio de Rábade. Por la estación pasan por ella del orden de 1,3 millones de viajeros al año, la nada cantidad despreciable de 3.500 personas al día y que utilizan alguno de los 220 autocares que entran y salen de las 20 dársenas a diario. Buena parte de ellos son servicios de largo recorrido. En este cómputo no figuran la gran cantidad de visitantes, no pasajeros, especialmente de la tercera edad, que acuden al recinto a pasar el día y en el que en muchas ocasiones se resguardan del frío. La estación es algo así como la segunda sala de estar del cercano asilo de ancianos de San Roque. El movimiento de la planta baja del edificio contrasta con la actividad en las superiores, que están infrautilizadas para las posibilidades que ofrecen. La entreplanta, de 400 metros cuadrados, pertenece a la Jefatura de Transportes y está sin uso desde que las oficinas se trasladaron al edificio administrativo. De los 14 locales comerciales del piso superior, en los que están asentados algunas empresas de transporte y dos gestorías, que funcionan desde el principio, quedan ocho libres. Están a disposición de quienes los quieran ocupar a un módico precio, que ronda los 120 euros al mes. La cantidad incluye calefacción, servicios, limpieza exterior y garantías de tranquilidad porque por allí no parece que exista mucho tráfico de personas. Antes estaban la mayor parte de las oficinas ocupadas. Cuatro de ellas constituían la sede de la empresa Monbus, que se trasladó a As Arieiras. Estuvo el CDS, pero al fallecer uno de sus líderes, se quedó también sin inquilinos. En el edificio funcionan también dos peluquerías, una de caballero y otra de señora. Los negocios que parecen más boyantes son los de la planta baja: la floristería, el salón recreativo, el estanco, la tienda de regalos y una mercería, entre otros. Últimamente se instaló también un mayorista de viajes. La Xunta, que es la titular de las instalaciones, invirtió en los últimos años cantidades importantes de dinero para el mantenimiento de las instalaciones que acusan el paso de los años. Lo más urgente para los cooperativistas de Colutravi es reparar el patio de maniobras, al que desde hace unos años se le acumulan los baches y hundimientos por zonas. La estación la pintaron hace poco, pero especialmente la fachada, precisa un nuevo lavado de cara. La concesionaria sugirió a la Xunta revestirla de piedra, en consonancia con el entorno amurallado. En los últimos años se introdujeron otros cambios en la estación, como las taquillas, que se modernizaron al sustituir las viejas de madera. Cuando los transportistas se hicieron cargo de la terminal ya tuvieron que hacerle algunas reformas, como el sistema de calefacción, que iba por debajo del suelo y las taquillas, que eran insuficientes para las 18 empresas que operaban en aquellos años. Con el paso del tiempo, las fusiones empresariales y la reestructuración del sector, hubieran sido suficientes las primitivas. La estación cuenta con diez empleados, que la mantienen abierta de seis de la mañana a diez de la noche.