Pelea con la burocracia por salvar su casa

Carlos Cortés
carlos cortés MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

CEDIDA

La propietaria de una vivienda de la Compañía lleva un año tratando de reparar un derrumbe

03 ene 2018 . Actualizado a las 16:53 h.

El 22 de noviembre del 2016 se vino abajo el tejado del número 17 del paseo de la Compañía. La casa llevaba años con una reforma a medio empezar y acumulando deterioro, así que aquel derrumbe no fue una gran sorpresa para nadie, pero sí una fuente de preocupaciones para los propietarios de la edificación colindante. El suyo es un edificio de dos plantas en un estado aceptable de conservación... hasta el derrumbe. Ahora lleva más de un año con la fachada medianera agujereada y expuesta a la intemperie. Sus propietarios llevan todo este tiempo peleando contra la burocracia para tratar de solucionar el problema. «Ya no es que me preocupe el estado del edificio -dicen los dueños-, es que puede haber peligro para quienes viven ahí».

La que se queja de esta situación es Lucía Rivas, la propietaria del inmueble número 15 de la Compañía, el que está justo al lado del que cayó en noviembre del año pasado. Cuando dice que está preocupada, sabe de qué habla, porque es arquitecto técnico y conoce bien las características de su casa. «Está construida a base de muros de tapia -explica-, y la principal fuente de deterioro para este tipo de construcciones es la caída de agua de lluvia sobre superficies no protegidas».

Cuando se vino abajo el tejado de la casa contigua, la viga central abrió en su caída un boquete considerable en la cara exterior de la medianera del edificio de Lucía Rivas. Desde entonces, ni siquiera ha podido revisar en condiciones el alcance de los desperfectos, porque para eso tendría que entrar en la finca de la casa de al lado. En la oficina de rehabilitación le dicen que tape el agujeron con una lona de plástico como medida preventiva, pero eso, afirma ella, no soluciona el riesgo de derrumbe. Ella trabaja en Suiza, así que no vive habitualmente en esa casa, pero tiene inquilinos en el primer piso y en la planta baja dispone de sus oficinas en régimen de alquiler una empresa de limpieza. «Necesito saber si hay riesgo para ellos -dice- y tengo que decirles que se vayan.

En una situación así, la principal responsabilidad recae sobre los dueños de la casa que sufre el derrumbe. Ellos son quienes tienen la obligación de demolerla de todo si los técnicos determinan que no hay otra solución. Así que lo que Lucía Rivas hizo el año pasado en cuanto supo lo que había pasado, fue presentar en el Ayuntamiento una solicitud para que alguien hiciese algo. No sabía quiénes eran los dueños del edificio contiguo, así que recurrió a la administración para que los localizase.

En respuesta a esa solicitud el Ayuntamiento abrió un expediente que el 13 de febrero del 2017 terminó con la declaración de ruina del edificio en el que se había producido el derrumbe. Los dueños de esa casa no eludieron sus responsabilidades y el 7 de julio presentaron un proyecto de demolición parcial de la primera planta. Lo registraron en la dirección provincial de Patrimonio, porque el paseo de la Compañía está dentro de la zona protegida del casco urbano de Monforte. El 26 de julio, Patrimonio dio vía libre a la demolición.

Tienen que reconstruirlo

Y ahí se paró todo. Lucía Rivas lleva desde entonces tratando de convencer al Ayuntamiento de que conceda la licencia de derribo, pero en la oficina municipal de rehabilitación le dicen que no pueden, que los propietarios tienen que presentar primero un proyecto de reconstrucción.

Efectivamente, Patrimonio también quiere que los dueños del inmueble en ruina se comprometan a reconstruirlo con los mismos volúmenes y aspecto que tenía originariamente. Pero Lucía Rivas asegura que esa no es una condición previa. «En Patrimonio reconocen que hay un problema de seguridad y autorizan la demolición inmediata», asegura.

Ella cree que todo está parado por un problema de incomunicación entre administraciones. Patrimonio lo autoriza, pero en el Ayuntamiento le dicen que en realidad no es así. El derrumbe de noviembre del 2016 fue producto del abandono de un edificio, un problema muy extendido en distintos puntos del casco urbano de Monforte y agravado en ocasiones porque muchas propiedades en ruina están tan partidas en herencias sucesivas que encontrar a todos sus dueños es tarea poco menos que imposible. Pero este no es el caso. Esta vez es un lío burocrático entre distintas administraciones públicas lo que está retrasando la solución. «La situación es absurda -se lamenta-, soy yo la que tiene que preocuparse de que Patrimonio y el Ayuntamiento hablen entre ellos».

Patrimonio

dice que se puede demoler y el Ayuntamiento sostiene que no