La conspiración comunista

Ramón Rodríguez Vázquez

LEMOS

09 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Cuenta el polémico Michael Moore en su documental Sicko (en estos momentos aconsejo que lo vean) que cuando Hillary Clinton decidió que la asistencia sanitaria para todos sería su máxima prioridad, llegaron a organizarse miles de reuniones por todo el país donde invitaban a los vecinos a escuchar la grabación de un actor conocido: «Me llamo Ronald Reagan. Uno de los medios para imponerle al pueblo el sistema socialista es mediante la medicina». El disco de Reagan y los 100 millones de dólares que emplearon las empresas de seguros privados en campañas contra la propuesta consiguieron finalmente desbaratar el plan sanitario de Hillary.

El concejal en la corporación monfortina y diputado del PP me ha parecido, con lo que lleva dicho estos meses en los medios de comunciación, nuestro peculiar Ronald Reagan. Su discográfica, la Consellería de Sanidade, está feliz. Se ha trabajado el disco: la cara A es una letanía con los más variopintos calificativos dedicados a los miembros de la Plataforma en Defensa de la Sanidad Pública de Monforte: mala conciencia, demagogos, engaño, malintencionados, politizados, tercos, manipulados, mascarada, liantes, manipulación «noxenta», manipulación «torticeira», perjuicio para el hospital, perjuicio para las personas mayores, instrumento del BNG. La cara B es reprochar al BNG en el pleno del 25 de febrero en el Ayuntamiento que siga un ideario «comunista» que postula que «para manter o poder hai que provocar de vez en cando incendios». ¡Ay, mamaíta... son unos comunistas... ya te lo decía yo!

El Manifiesto comunista empieza así precisamente: «Un fantasma recorre Europa»... ¡uuuhhh! Bromas aparte, recomendaría su lectura a este representante político sin que su contacto le provoque urticaria, como quien lee un clásico como la Biblia. Son 23 páginas con 160 años de antigüedad con frases muy actuales: «Se han sustituido numerosas libertades estatuidas y adquiridas por la única y desalmada libertad de comercio...». «Al médico, al jurisconsulto, al sacerdote, al poeta, al hombre de ciencia, los han convertido en sus servidores asalariados». Reagan era un anticomunista visceral, pero nuestro concejal, que no anduvo bajo el firmamento hollywodiense, estuvo aquella tarde más cerca del método Stanislavsky que de don Paco Martínez Soria: cree en la invención de la Consellería de Sanidade y empieza a vivirla sinceramente.

La noche nos dejó también la impronta paternalista: ya verán ustedes (dirigiéndose al respetable público) que cuando se acabe esto del área sanitaria saldrán otras cosas. Es que los chicos de la Plataforma son unos traviesos. Papá nos riñe, no juguéis con eso. Se atraeve incluso a parar el reloj cuando él quiere (en el bipartito, claro).

Tres días más tarde, la adhesión incondicional a la consellería se vuelve también emocional. El PP es la garantía de que las cosas queden como están: ¿alejar las prestaciones peregrinando otra vez a Lugo? ¿que la falta de personal y medios vaya desmantelando el hospital de Monforte mientras nos desvían a hospitales privados con negocio también privado? Mi vecino, hombre mayor con mermas físicas importantes, tendrá que ir varias veces a Lugo para operarse de cataratas. ¿Denunciar eso es comunismo?

Los ahora apestados Marx y Engels decían que el primer paso es tener conciencia de la situación. Pues adelante monfortinos, ciudadanos de Chantada hasta Folgoso do Courel, de Bóveda hasta Vilachá y de Carballedo hasta Quiroga. Bienvenida sea la conciencia. Y para hacerle al concejal la puñeta y que apriete los dientes de rabia, cantemos todos esa estrofa de La Internacional: «Ni en dioses, reyes ni tribunos está el supremo salvador. Nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor».