Los proyectos para la recuperación del urogallo y del oso pardo, dos de las especies amenazadas más emblemáticas de la Península, tropieza en las montañas lucenses con el problema de unos bosques autóctonos cada vez más pequeños y más separados entre sí. Urogallo. La espectacular pita do monte desapareció de la sierra de O Courel en torno a 1940, según los datos presentados ayer en el curso universitario de verano por el profesor Ignacio Munilla. El mayor bosque autóctono de la zona, la Devesa da Rogueira, no tiene hoy bastante superficie para albergarla de nuevo. El urogallo necesita bosques de cientos de hectáreas y Os Ancares la única zona gallega que cuenta con una masa arbórea suficientemente extensa para servirle de hábitat. Con todo, los últimos censos no han detectado la presencia de ningún ejemplar macho en esta zona. Es posible, pues, que en Os Ancares no queden más que uno o dos. Oso pardo. Aunque en los últimos años se registró la presencia transitoria de algún ejemplar aislado procedente de Asturias, lo cierto es que el oso pardo no tiene domicilio fijo en las montaña lucense desde hace mucho tiempo. En O Courel, según se cree, ya había desaparecido hace más de 150 años.