Diez años de proyecto frustrado

CORRESPONSAL FOLGOSO

LEMOS

Los vecinos de Folgoso cedieron terrenos en 1990 a una empresa que no llegó a abrir Ni los vecinos ni el Ayuntamiento saben qué ha ocurrido con el ambicioso proyecto de un industrial coruñés que pretendía poner en marcha en Folgoso do Courel una empresa de transformado de productos cárnicos. En el mes de mayo de 1990, el vecindario decidió ceder un terreno de uso comunal de diez mil metros cuadrados para que la empresa, que se iba a llamar Alimentos del Caurel, pudiese empezar a trabajar. Casi diez años después, nadie acierta a explicar por qué el proyecto sigue paralizado. En otro orden de cosas, los trabajos de pavimentación de varios caminos del municipio y de la ampliación y mejora de los accesos a Folgoso ya han sido adjudicados.

23 dic 2000 . Actualizado a las 06:00 h.

El proyecto parecía serio. Tras convencer a los vecinos para que cediesen la parcela de monte comunal, el industrial comenzó a construir la que debía ser la nave en la que la empresa Alimentos del Caurel desarrollara su trabajo. A los pocos meses, con la nave ya levantada, los trabajos se detuvieron y nadie en O Courel volvió a ver al empresario. Los vecinos de Folgoso esperaban la creación de al menos una docena de empleos estables, una posibilidad nada desdeñable en un municipio condenado al monocultivo de la pizarra o a la emigración. Los objetivos de la empresa pasaban por aprovechar la potencialidad de los jamones y demás productos del cerdo que se producen en O Courel. Según confirmó el actual alcalde, José López Fontal, la misma empresa llegó a contactar con el vecino Ayuntamiento de Pedrafita para explorar la posibilidad de abrir un matadero en esa localidad. Hace pocas semanas, los responsables municipales intentaron dar con el paradero de los directivos de Alimentos del Caurel. López Fontal recurrió a la Xunta porque sabía que la empresa había logrado una subvención de cerca de 25 millones de pesetas para iniciar sus actividades. «No Igape -señala el alcalde- confirmáronme que eles tampouco sabían xa nada deste empresario e que a subvención que tiña concedida para poñerse a traballar estaba anulada». Al parecer, el industrial no llegó a cobrar ni una peseta de la Xunta porque el proyecto se truncó antes de cumplir con los compromisos que había contraído con la Administración. De esta frustrada iniciativa sólo queda la nave industrial. La cesión de los terrenos se hizo bajo la condición de que si la actividad cesaba, la parcela revertiría a los vecinos en cuanto pasasen cincuenta años.