Turrón, mazapán, polvorón o panettone, ¿existe un postre navideño más saludable que otro?

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Imagen de archivo de varios turrones en un supermercado de Burela.
Pepa Losada

Dos especialistas en alimentación saludable valoran los productos festivos más típicos y reconocen que las opciones sin endulzar no son mejores

13 dic 2024 . Actualizado a las 10:24 h.

El polvorón, el turrón o el mazapán son algunos de los productos que indican la llegada de la Navidad. Antaño, era habitual que se hiciesen hueco en los hogares españoles a la par que se estrenaba diciembre; sin embargo, en la actualidad, es habitual verlos en los lineales de los supermercados en octubre. A la fácil y rápida disponibilidad, se suma la tradición. Estas preparaciones forman parte de la cultura festiva española. Si se entona un: «Queremos turrón, turrón, turrón…», lo más probable es que todos sepan continuar con la canción. Así, es difícil encontrar una sola casa donde estos no estén presentes.

Sabor aparte, a nadie le extraña que un dulce navideño deba ser un postre reservado para ocasiones puntuales. La suma de ingredientes y calorías los convierten en productos procesados, sin cabida diaria en un patrón de alimentación saludable. «Un consumo ocasional limitado a los días de celebraciones navideñas no supondrá un impacto negativo en nuestra alimentación. Al final, que el 24, 25, 31 y 1, tomemos algo que tenga un contenido más alto de grasas y azúcares, no es un problema», ataja Adrián Pereiro, dietista-nutricionista y farmacéutico, que añade: «El inconveniente es cuando estos postres se consumen de forma casi diaria, desde el 15 de noviembre hasta el 15 de enero». Una situación donde, con toda probabilidad, podrán tener un impacto.

Los postres, uno a uno

Con el ojo puesto en el amplio abanico de opciones, Laura Reviejo, dietista-nutricionista y farmacéutica, reconoce que solo hay un tipo de postre que podría destacar entre todos: las frutas deshidratadas. Buenas noticias para los defensores de las uvas pasas, los orejones, los higos secos y los dátiles. «Son alternativas que para un postre, o incluso para una ingesta diaria en el caso de una persona deportista, me pueden gustar», comenta.

Lo ideal es que en la lista de ingredientes solo aparezca la fruta en sí y, como mucho, una muy pequeña porción de aceite de girasol y algunos antioxidantes. Por ejemplo, que la uva pasa suponga el 99 % del producto. «Es cierto que son altos en azúcares, porque además, han perdido el agua, lo que aumenta su concentración. Pero el azúcar es el propio de la fruta, no es añadido. Tampoco llevan grasas o aditivos innecesarios», apunta.

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Con el turrón blanco y el duro, la cosa se complica. A nivel nutricional, no son el mejor producto. «Aparte del azúcar que contienen, sobre los 40 gramos por cada 100, son fuente de grasa», explica Pereiro. Esta se añade mediante dos vías: «En primer lugar, por los frutos secos —ya sean cacahuetes o almendras— y, en segundo, por el aceite refinado», señala.

Si alguien quiere buscar la mejor opción, el nutricionista recomienda consultar la lista de ingredientes: «Lo ideal es que su porcentaje de cacahuete o almendra sea lo más alto posible, porque son las grasas que nos interesan. A partir de ahí, el que tenga menos azúcares y aceites añadidos», indica. En suma, aconseja tener ojo avizor. El azúcar no siempre se llama azúcar: «Se le puede poner jarabe de glucosa, por ejemplo, que no deja ser un endulzante disfrazado».

Mismas opiniones para el turrón de chocolate, por mucho que este diga ser negro. A nivel nutricional, solo puede considerarse como tal si el porcentaje de cacao supera el 75 %. Su lista de ingredientes suele ser más larga que las de los dos anteriores. Mientras que en dos tabletas de estos de una marca convencional se limitan a mencionar al cacahuete tostado, azúcar y aceite de girasol; el de chocolate tiene el azúcar como primer ingrediente —lo que indica que es el mayoritario— y a continuación se suceden la pasta de cacao, el arroz inflado (que a su vez tenía harina de arroz, leche desnatada en polvo, sal y emulgente), aceite de girasol, almendras tostadas, pasta de avellana y, finalmente, cacao desgrasado en polvo.

Para Reviejo, esto lo hace merecedor de un suspenso. «El aporte de azúcar que supone en una pequeña porción ya supera el máximo diario recomendado por la OMS, que son 25 gramos. Además, lleva aceite de girasol, que se relaciona con estados inflamatorios por ser más rico en omega 6», apunta. En algunas opciones, incluso, la nutricionista critica que también se le añada manteca de cerdo, una grasa de origen animal y mala calidad.

La opinión respecto a los mantecados o polvorones es parecida, incluso, aunque se vendan como caseros. Hay que recordar que esta descripción no siempre es sinónimo de saludable. «Tienen un alto contenido de grasas saturadas, las cuales, en este contexto, debemos evitar porque se relacionan con problemas cardiovasculares y pueden influir en los niveles de colesterol», detalla Laura Reviejo.

En la actualidad, también existen opciones disponibles sin azúcares añadidos. ¿Son válidas? Este endulzante se sustituye por un edulcorante tolerado por pacientes con diabetes. En este sentido, es habitual encontrarse con los polialcoholes, los cuales no suben los niveles de glucosa y son una opción para quienes así lo precisen. Ahora bien, para la población general, Reviejo no les encuentra demasiado sentido: «Repercuten en la palatabilidad, porque al final, nos acostumbran igual a un sabor dulce, y pueden causar problemas en la microbiota o alteraciones digestivas», añade la experta.

En general, los productos carentes de azúcar no son una opción mejor para ninguno de los dos expertos consultados. «No resuelven muchos inconvenientes, porque nos siguen aportando grasas de mala calidad y calorías, incluso podrían producir molestias gástricas», opina Pereiro. Por ello, tanto uno como el otro tienen claro al decir: «Prefiero un trozo de turrón o un mazapán normal que dos o tres edulcorados».

Eso sí, si Reviejo tuviese que elegir entre estas opciones, buscaría que la lista de ingredientes fuese corta y coherente. «Por ejemplo, que un polvorón tenga solo harina de trigo, azúcar, grasa animal, antioxidantes, para poder conservar esas grasas, y canela», describe. Reconoce que no es algo sano, pero al menos respeta la receta tradicional y carece de añadidos innecesarios.

El Panettone, de origen italiano, tampoco se salva. «Contiene harinas blancas, que no son integrales, grasas refinadas como el aceite de palma, y un exceso de azúcar», dice la nutricionista. Por eso piensa que esta receta es la más sencilla de imitar en casa, con mejores ingredientes: «Podríamos hacer un bizcocho con cereales integrales, un buen aceite de oliva virgen extra, sin azúcar y con pasta de dátiles o frutas. Y también se le podría añadir cacao o canela», apunta. Con todo, recuerda que por muy casera que sea una receta de un pastel, su consumo no debe ser diario.

Lucía Cancela
Lucía Cancela
Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.