¿Comida rápida o alcohol? Las posibles causas detrás del cáncer que causó la muerte del creador de «Super size me»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

Morgan Spurlock, creador de Super size me.
Morgan Spurlock, creador de Super size me. Jeff Vespa | EFE

Morgan Spurlock, el cineasta que vivió un mes a base de comida rápida para un documental, falleció este jueves a los 53 años por complicaciones derivadas de un tumor

25 may 2024 . Actualizado a las 16:12 h.

El director de cine Morgan Spurlock falleció este jueves a los 53 años como consecuencia de un cáncer. Conocido por sus películas provocadoras, Spurlock saltó a la fama en el 2004, con el documental Super Size Me, que él mismo protagonizó y en el que se sometió a un régimen de 30 días haciendo todas sus comidas diarias en la cadena de comida rápida McDonald's, con raciones 'extra grandes' de patatas fritas y refrescos azucarados incluidos. Si bien su familia ha informado acerca de la muerte del cineasta, no se ha dado a conocer el tipo de cáncer que padecía.

Cuando se lanzó Super size me, parecía que McDonald's no iba a sobrevivir a la imagen negativa con la que el documental había teñido a la marca. La película recaudó cerca de 30 millones de dólares, cifra espectacular para un documental independiente, e incluso fue nominada a un Oscar. Nada de esto es sorprendente para quienes la han visto: la película concluye, al cabo de un mes, con un Spurlock deteriorado, que exhibe un declive pronunciado en numerosos indicadores de salud. Según reportó él mismo en el documental, para cuando acabó el rodaje se había vuelto adicto a la comida rápida. Tenía dolores de cabeza cuando estaba mucho tiempo sin ingerirla, su corazón y su hígado habían sufrido daños importantes, estaba deprimido y su vida sexual era «inexistente».

Pero la historia que Spurlock escondía detrás de este experimento es mucho más compleja de lo que esos datos reflejan a simple vista. Años después del documental, el cineasta reconoció que había tenido problemas con el alcohol durante toda su vida. «He estado bebiendo de forma constante desde que tenía 13 años. No me he mantenido sobrio durante más de una semana desde hace 30 años», confesó Spurlock.

Esto puso en duda algunas de las conclusiones del largometraje. Se supo que gran parte del daño que sus órganos tenían al finalizar el documental había sido causado a lo largo de sus años de alcoholismo y no fue consecuencia directa de la alimentación que llevó en esas semanas. De hecho, existen varios casos documentados de personas que intentaron replicar el experimento de Super size me y hasta ahora ninguno de ellos logró obtener los mismos resultados que los presentados en la película.

Super size me, un experimento controversial

La premisa del documental es simple y directa. Spurlock, un hombre en apariencia sano y joven, se dedicará a comer en McDonald's todas sus comidas diarias durante un mes. Además, imitando el sedentarismo típico del estadounidense medio de la época, reducirá su movimiento a menos de 5.000 pasos al día, lo que, según él, supone una reducción dramática con respecto a su estilo de vida activo como habitante de Nueva York, una de las ciudades más caminables del país.

¿Los resultados? Después de 30 días llevando a cabo esta rutina, Spurlock fue declarado clínicamente obeso y sus niveles de colesterol y grasa corporal se dispararon. Había subido más de once kilos en total y también estaba experimentando cambios drásticos en su estado de ánimo. A esto se suma el hecho de que, según el documental, en cuestión de semanas su hígado se había dañado hasta adquirir la apariencia del de un alcohólico después de un atracón. En otras palabras, el largometraje sugiere en términos nada ambiguos que estos productos podrían provocar depresión, colesterol alto, disminución de la libido y daño hepático.

Aunque los datos acerca de sus problemas de hígado no fueron del todo honestos, dado que Spurlock era, efectivamente, alcohólico, el documental contribuyó a poner en tela de juicio la calidad de los alimentos que ofrecen las cadenas de comida rápida. Hoy, contamos con evidencia científica que demuestra que su consumo está asociado a un mayor riesgo de sufrir hasta nueve tipos distintos de cáncer. De hecho, los productos basados en carne procesada, como las hamburguesas y las salchichas, han sido catalogados por la OMS como carcinógenos y se recomienda limitar su consumo.

Comida basura o alcohol

Si bien la causa del cáncer que sufrió Spurlock se desconoce, lo que está claro es que tanto el consumo de ultraprocesados como el de alcohol, si se convierten en conductas crónicas, conllevan un marcado aumento del riesgo de cáncer, especialmente en personas jóvenes o de mediana edad. 

«Una sola copa de alcohol al día tiene un impacto importante en el riesgo de padecer cáncer. No podemos olvidar que el etanol, que es el principal componente de las bebidas alcohólicas, es mutagénico. Produce mutaciones en el genoma. Además de generar adicción, ser neurotóxico y hepatotóxico, ataca directamente a nuestro genoma, como el tabaco. El alcohol es cancerígeno y así lo reconoce la Organización Mundial de la Salud», subraya en este sentido la bióloga molecular Emilia Gómez Pardo, directora de proyectos de la fundación Genoma España.

Asimismo, las autoridades sanitarias alertan, desde hace tiempo, acerca de los riesgos que supone el consumo de carnes transformadas, es decir, aquellas conservadas mediante ahumado, curado o salado, o añadiéndole conservantes químicos. «Para reducir el riesgo de cáncer, dado que es segura la relación entre el riesgo de cáncer colorrectal y el consumo aun en pequeñas cantidades de carne transformada, y que esta no presenta mayores ventajas nutricionales que la carne roja, se recomienda evitar todo lo posible la carne procesada», recomienda el Código Europeo Contra el Cáncer.

También se aconseja limitar las carnes rojas (de vacuno, porcino, ovino o caprino) a un máximo de 500 gramos semanales de carne cocinada, lo que equivale a unos 700 gramos de peso en crudo, de manera aproximada. «Se recomienda comer poca carne roja, en particular carne transformada, para prevenir el cáncer colorrectal, y ser parco en el consumo de sal y alimentos salados o con sal añadida, para prevenir el de estómago», detalla el documento.

El legado de Spurlock

A raíz del documental y su crítica dura hacia la industria de la comida rápida y ultraprocesada, las empresas realizaron una serie de cambios. McDonald's, que hasta ese momento ofrecía, al menos en Estados Unidos, la opción «Super size», es decir, la posibilidad de ampliar la ración de patatas fritas y refresco, dejó de proporcionar esta posibilidad a sus clientes y, al menos en apariencia, redujo los tamaños de sus porciones. Más adelante, introdujo opciones más saludables en su carta, como ensaladas de guarnición o fruta de postre en los menús infantiles.

Sin embargo, los consumidores descubrieron rápidamente que se trataba de un simple lavado de imagen: las porciones tenían los mismos tamaños, pero habían cambiado de nombre. Así, una hamburguesa pequeña pasaba a ser considerada mediana. Algo parecido ocurrió con otros productos como las barras de chocolate de diferentes marcas comercializadas en el país norteamericano. Las tabletas de tamaño grande cambiaron de nombre y pasaron a ser «Tabletas para compartir», aunque su tamaño y su valor energético no sufrieron modificaciones. En todo caso, se considera que el impacto de estas medidas no es tan efectivo como otras que desincentivan el consumo de manera más directa, como aumentar el precio de productos como los refrescos azucarados, o incluir advertencias sanitarias en sus envases.

El gran legado del documental es, en realidad, haber sido un punto de partida para la concienciación acerca de los riesgos que supone, para la salud, la comida ultraprocesada. El propio Spurlock se atribuyó los cambios en la percepción de la población acerca de la comida ultraprocesada. «Creo que la película abrió los ojos de la gente, y al menos abrió la puerta a una conversación aún más amplia», dijo en una entrevista. Además, aseguró que, desde que se sometió al desafío de Super size me, no volvió a probar este tipo de alimentos, salvo en contadas ocasiones.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.