Fracasa el alto el fuego para evacuar a civiles

Rosa Paíno
R. Paíno REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Jedrzej Nowicki / AGENCJA WYBORCZA

Putin asegura que las sanciones de Occidente constituyen una declaración de guerra

05 mar 2022 . Actualizado a las 23:47 h.

El alto el fuego anunciado por el Kremlin para la evacuación de civiles se volatilizó al compás del estallido de la artillería. Las armas debían callar este sábado durante cinco horas, entre las 11.00 y 16.00 (hora local), para la salida por dos corredores humanitarios de unos 215.000 civiles de Mariúpol y Volnovaja, ciudades del sureste de Ucrania sometidas a un duro asedio. Era el único compromiso al que habían llegado ucranianos y rusos en su segunda ronda de negociaciones.

Tras una hora de incertidumbre, el ayuntamiento de Mariúpol daba por suspendida la salida de sus vecinos. «Debido a que la parte rusa no respeta la tregua y continúa el bombardeo tanto de la propia Mariúpol como de sus alrededores, por motivos de seguridad, se aplaza la evacuación», anunciaba a través de Telegram. Acto seguido, pedía a los residentes que regresaran a los refugios. Como ya es habitual, Moscú negó toda culpa y apuntó hacia «los batallones nacionalistas ucranianos». Según el Ministerio de Defensa ruso, los nacionalistas y las Fuerzas Armadas de Ucrania aprovecharon la tregua humanitaria para «reagrupar unidades» en las posiciones defensivas».

Los 450.000 habitantes de la ciudad portuaria de Mariúpol llevan días sin luz, agua, gas que alimente las calderas de calefacción ni red de telefonía móvil. Varios trabajadores de Médicos sin Fronteras (MSF) que siguen en la ciudad denuncian las «terribles» condiciones de la población. Según sus testimonios, los bombardeos son cada vez más fuertes. «Recogemos nieve y agua de lluvia para poder beber. Intentamos conseguir pan, pero no lo conseguimos», explicaron.

En la vecina Volnovaja, la situación no es mucho mejor. Los intensos bombardeos de artillería han destruido el 90 % de esta pequeña localidad de 20.000 habitantes e impiden recoger los cadáveres que yacen en la calles, mientras los que se esconden en los refugios se están quedando sin comida, contó el concejal Dmitro Lubinets a The Guardian.

Horas después de la suspensión de la evacuación, el Ejercito ruso anunció el reinicio de la ofensiva sobre Mariúpol y Volnovaja, ciudades claves para el proyecto del Kremlin de unir la península de Crimea con la región separatista del Dombás.

En el décimo día de invasión, Kiev se desangra incluso antes de que comience el esperado asedio ruso. Decenas de miles de habitantes de la capital han decidido coger sus bártulos e iniciar un largo éxodo con destino hacia el oeste, la mayoría a Leópolis y, si es posible, al extranjero. «La ciudad se está vaciando. Nosotras nos vamos, pero mi marido y mi padre se quedan a combatir», comentó a Efe Nastia en el andén de la estación central de Kiev. Coches, autobuses e incluso camiones dejan a familias enteras frente a la estación. En sus miradas perdidas se puede leer el sufrimiento de diez días de bombardeos.

Mientras, en Jersón, la primera gran ciudad caída en manos rusas, cientos de personas se manifestaban contra el invasor, según Europa Press. Las autoridades locales reconocen que ya no hay presencia militar ucraniana en la ciudad y que las tropas rusas están «por todas partes».

Las amenazas de Putin

Con la central nuclear de Zaporiyia ya en sus manos, las tropas rusas acechan la segunda planta más grande de Ucrania, la de Yuzhnoukrainsk, situada en Mykolaiv. Están a 32 kilómetros, según la embajadora estadounidense ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield. Rusia se ha lanzado a conquistar los cuatro centros de producción atómica del país, así tendría en sus manos la posibilidad de dejar sin luz a cientos de miles de ucranianos.

La retórica belicista del presidente Vladimir Putin parece no tener fin. El jefe del Kremlin calificó ayer las sanciones occidentales como una declaración de guerra y advirtió que Ucrania podría perder su condición de Estado si sus líderes continúan resistiéndose a la invasión. De paso, avisó a la OTAN de que cualquier injerencia en el cielo de Ucrania sería otra declaración de guerra.

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, criticó la negativa de los aliados a declarar la exclusión aérea: «El liderazgo de la Alianza ha dado luz verde a bombardear más ciudades y pueblos ucranianos».