Cummings, el poderoso exgurú de Johnson, tumba al premier en la lona

Iñigo Gurruchaga LONDRES / COLPISA

INTERNACIONAL

Dominic Cummings, exasesor de Boris Johnson
Dominic Cummings, exasesor de Boris Johnson ANDY RAIN | Efe

El jefe del Gobierno británico denuncia a su antiguo colaborador por filtrar una noticia como venganza y la oposición pide investigar cómo el primer ministro pagó la reforma de su vivienda oficial

24 abr 2021 . Actualizado a las 13:00 h.

«Es triste ver al primer ministro y a su oficina caer tan por debajo de los estándares de competencia e integridad que merece el país». Esta sentencia no es de un político laborista o de un columnista enrabietado, sino de Dominic Cummings, el más influyente colaborador de Boris Johnson durante los primeros 16 meses de su mandato. Y es parte de una respuesta muy fuerte a una acusación del líder conservador.

Tres medios británicos afirmaban ayer en sus portadas que Downing Street culpaba a Cummings de filtrar a la BBC una noticia enojosa para Johnson en los últimos días. El primer ministro habría garantizado por WhatsApp a James Dyson, creador de una gran firma de productos industriales, que sus empleados no sufrirían inconvenientes fiscales si se trasladaban a Reino Unido para fabricar ventiladores que el Gobierno necesitaba en el inicio de la pandemia.

La noticia fue aprovechada por la oposición para pedirle explicaciones.

Johnson se defendió con fuerza en el Parlamento esta semana. En un momento en el que la carencia de equipamientos adecuados alarmaba y causaba muertes, él había hecho todo lo que era necesario para lograr instrumentos médicos esenciales para las unidades de cuidados intensivos. Los ventiladores de Dyson fueron finalmente descartados por cuestiones técnicas.

La publicación en tres medios de la denuncia a Cummings como el autor de la filtración indica que los responsables de comunicación del primer ministro -con tal rotación de personal que es difícil saber quién ejercía este jueves- pasaron la información. Johnson y su entorno decidieron reavivar la polémica, o enterrarla sepultando además en el oprobio al culpable de iniciarla.

La respuesta de Cummings es sin embargo contundente y convincente.

Johnson rebotaba sus intercambios en WhatsApp a su entonces mano derecha, para que conociese su contenido. Afirma que conserva mensajes entre Dyson y Johnson, pero ninguno relacionado con salvoconductos fiscales. Ofrece al secretario del Gabinete la inspección de su teléfono y le recomienda que requise también el de Johnson para comprobar cuándo le habría enviado a Cummings los polémicos textos.

El primer ministro es un adicto a los mensajes, una manera de gobernar que elude la presencia de un funcionario tomando notas del diálogo, que quedan registradas. Uno de sus predecesores, David Cameron, está envuelto en un creciente escándalo, por su intento de conseguir que ministros, altos funcionarios o responsables del banco central beneficiasen a la empresa para la que trabajaba, y que colapsó. Ha reconocido que fue un error enviar sus peticiones con textos desde el móvil.

Pero Cummings no se queda en el caso Dyson. Acusa al primer ministro de intentar convencerle de que pidiese al secretario del Gabinete que cancelase una investigación sobre quién había filtrado a la prensa la decisión de un nuevo confinamiento en una reunión de Johnson con cuatro ministros. La filtración provocó aglomeraciones en pubs o tiendas para aprovechar las últimas horas y forzó al Gobierno a confirmar la decisión apresuradamente un sábado a hora tardía.

Teléfonos requisados

A dos ministros, el de Sanidad, Matt Hancock, y el del Gabinete, Michael Gove, se les requisaron sus teléfonos para comprobar si habían llamado a periodistas. El secretario del Gabinete habría llegado a la conclusión de que el filtrador fue un colaborador de Gove que ahora trabaja para Johnson. Pero el primer ministro le pidió a Cummings, también acusado en la prensa, que intentase parar la investigación, porque el culpable es íntimo amigo de su prometida, Carrie Symonds.

Un Gobierno de Johnson en el que nadie dice la verdad, según un secretario de Estado de Defensa cesado esta semana, y que ha promovido y otorgado contratos durante la pandemia a amigos, colaboradores o donantes al partido, se enfrenta ahora al huracán provocado por Cummings. Que añade también que advirtió a Johnson que era falto de ética y quizás ilegal sufragar la decoración del apartamento que comparte con Symonds con donaciones privadas, como finalmente hizo.

Cummings pide al Parlamento que haga una investigación sobre la conducta del Gobierno durante la pandemia con los testigos compareciendo bajo juramento. Cree que es quizás la manera de atrapar a un primer ministro, ahora triunfante por el éxito de la vacunación, pero que miente con asiduidad y parece haber cometido ahora el grave error de acusar públicamente a alguien de una felonía sin tener los datos para demostrarlo.

La oposición pide investigar cómo Johnson pagó la reforma de su vivienda oficial

Londres / Efe

El Partido Laborista británico, en la oposición, pidió este sábado investigar si el primer ministro conservador, Boris Johnson, recibió donativos no declarados de simpatizantes de su partido para sufragar las reformas de su apartamento oficial en Downing Street, en medio de una polémica sobre la integridad del jefe del Ejecutivo.

En declaraciones a BBC Radio 4, el portavoz laborista Steve Reed dijo que el Gobierno debe hacer pública «toda la correspondencia relativa a pagos o donativos en relación con la reforma».

«Tenemos que saber qué cantidad se gastó y quién pagó en primer lugar por las obras que el primer ministro propone ahora reembolsar», afirmó.

Reed subrayó que, si alguien esta ofreciendo dinero al Gobierno o al Partido Conservador -lo que normalmente ha de declararse ante la Comisión Electoral-, debe conocerse su identidad para asegurar que el Ejecutivo «no les hace favores a cambio».

«Esto es pura corrupción. Es el comportamiento de una dictadura de hojalata y, francamente, el Reino Unido merece algo mucho mejor», sostuvo.

La oficina del primer ministro aseguró ayer que este «actuó en todo momento de acuerdo a los códigos de conducta y la ley electoral» y que abonó los gastos de su bolsillo.

Desde hace meses, la prensa ha publicado que Johnson, que vive con su prometida Carrie y el hijo de ambos en un apartamento en el número 11 de Downing Street -más grande que el que hay encima de su despacho, en el número 10-, pidió dinero a donantes para modernizar la estancia.

El asunto ha cobrado fuerza después de que ayer su exasesor Dominic Cummings, que dimitió en noviembre entre luchas internas, revelara que el primer ministro tenía un plan «poco ético, estúpido y posiblemente ilegal» para que simpatizantes conservadores «pagaran secretamente» por las obras, valoradas, según la prensa, en unas 200.000 libras (230.000 euros).

Varios destacados tories han pedido este sábado también que se investigue el asunto, entre ellos el antiguo fiscal general Dominic Grieve, que declaró que la confusión generada refleja «el caos» que Johnson provoca a su paso debido a su «falta de integridad».

En aparente acto de venganza contra Johnson, que le ha acusado, según él injustamente, de filtrar información a la prensa, Cummings reveló el viernes en su blog explosivos detalles sobre la gestión de su antiguo jefe, al que acusó de «falta de competencia e integridad».

Las presuntas irregularidades auspiciadas por el jefe del Gobierno han desembocado en una polémica nacional -en vísperas de unas elecciones municipales el próximo 6 de mayo-, que, si sigue adelante, podría amenazar su futuro.