Maduro vuela el último bastión opositor con unos comicios a medida del régimen

Pedro García Otero CARACAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Maduro mostrando ayer la papeleta de su voto en un centro electoral de Caracas
Maduro mostrando ayer la papeleta de su voto en un centro electoral de Caracas Fausto Torrealba | Reuters

La fuerte abstención y las acusaciones de fraude protagonizan las elecciones de Venezuela

07 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuánta gente ha participado en las parlamentarias venezolanas será desde hoy la gran pregunta dentro y fuera del país, después de que el día de los comicios transcurriese con mesas vacías en Venezuela y se denunciasen mecanismos de coerción para que los votantes que dependen del régimen de Maduro no fallaran a la cita con las urnas, mecanismos que La Voz corroboró en un recorrido por sitios de votación en el centro de Caracas.

Cilia Flores, primera dama del régimen, justificó la escasa afluencia de personas a los centros electorales afirmando que el sistema electrónico «es tan rápido que la gente vota y se va». Su esposo, el jefe de Estado en disputa, insistió en que se debe a que las nuevas máquinas de votación (compradas en un proceso sin transparencia) hacen que este «sea el sistema electoral más rápido que ha tenido el país».

Según la actual Asamblea Nacional, que aspira a que la comunidad internacional la siga reconociendo ante la ausencia de un verdadero proceso competitivo, ayer a mediodía solo había concurrido un 2,7% del censo, de los 20 millones de ciudadanos, a las mesas: unas 500.000 personas; por lo que la perspectiva de voto, al cierre de la jornada, era de aproximadamente 1,5 millones de personas, lo que equivale a un 7 % del padrón, incluso por debajo de la estimación del 15% (tres millones de votantes) que arrojaban los sondeos.

El régimen había prometido que no desplegaría los llamados «puntos rojos», toldos cercanos a los centros de votación en los que el partido del régimen controla quiénes asisten entre la nómina de empleados públicos, especialmente entre los que dependen de las llamadas «cajas CLAP», que contienen alimentos que se venden a un precio tan bajo que en la práctica resulta un regalo.

La tercera edad, mayoría

Sin los toldos identificativos, los representantes políticos hacían el control de costumbre. Según la Asamblea Nacional (que creó para los comicios un «comité contra el fraude»), «el 70% de los centros tienen puntos rojos» y en uno de cada seis había reparto de alimentos. Además, según pudo constatar La Voz de Galicia, y se divulgó en redes y grupos de WhatsApp, el madurismo ofreció un bono de 10 millones de bolívares (unos 9 dólares) a quienes votaron ayer. ¿Poco? La pensión de jubilación es de un dólar al mes. La tercera edad era mayoría en las colas alrededor de los funcionarios del PSUV. En los centros, como señaló Flores, no había colas. Según varias denuncias en redes, el régimen movía votantes de un lugar a otro para mostrar algo de participación.

Un funcionario del Estado venezolano señaló desde el anonimato que rechazó la llamada de una de sus colegas invitándolo a participar en los comicios, por considerarlos fraudulentos.

«Mañana [por hoy] ya veré qué hago. Que me boten [despidan] -señaló-. Nos echarán un sermón, nos abrirán un expediente, qué sé yo... Ya no me importa». Nadie en Venezuela duda de que los resultados favorecerán absolutamente al chavismo.

Mientras tanto, Juan Guaidó, presidente del Parlamento y presidente interino reconocido por 59 países (los mismos que no reconocen el proceso de ayer), mostró su vacío centro electoral en Vargas, el litoral caraqueño, y lo comparó con la participación del 2015 en las últimas parlamentarias, con estándares mínimamente democráticos. «Este es un fraude que se demuestra en las calles», señaló el líder opositor Guaidó, que lleva dìas promoviendo la «consulta popular» que se realizará el próximo sábado y espera contraponer una gran movilización a lo que fue un domingo de votación totalmente atípico en Venezuela