Peleas y estraperlo: el amargo epílogo de la gasolina barata en Venezuela

Pedro García Otero CARACAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Motoristas hacen cola mientras esperan la apertura de una gasolinera en Caracas
Motoristas hacen cola mientras esperan la apertura de una gasolinera en Caracas MANAURE QUINTERO | Reuters

La cuarentena sirve al régimen de excusa para racionar el escaso combustible

19 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Venezuela, el país con la mayor reserva petrolera del planeta, se ha quedado sin gasolina. Los caraqueños acaban de añadirse al escenario de la escasez de combustible que ya llevan años sufriendo las regiones más apartadas de la capital. Desde esta semana, los habitantes de Caracas tienen que surtir sus coches de acuerdo con el último número de su matrícula, en alguna de las pocas estaciones dispuestas para ello. En teoría, hay salvoconductos para médicos, paramédicos o periodistas, pero las autoridades ya han detenido a al menos tres guardias nacionales cobrando a personas por dejarlos pasar sin hacer cola, que pueden durar hasta ocho horas.

En el interior de Venezuela, las filas son de hasta de dos días, y en ninguna parte del país hay garantía de que la gasolina no se termine antes de que el conductor llegue al surtidor. La consecuencia han sido peleas, denuncias de estraperlo de combustible hasta de un dólar el litro, y de corrupción en el suministro.

La crisis de la gasolina «es más preocupante que la del coronavirus», señala el economista Luis Oliveros. Venezuela no ha desarrollado sistemas alternativos de transporte justamente porque la gasolina siempre ha sido barata y abundante. Agricultores y ganadores han señalado que la escasez de gasolina puede llevar el hambre a las ciudades, porque no tienen cómo recoger las cosechas y distribuirlas. Las autoridades han endurecido las restricciones del uso de los automóviles. Oliveros considera que en parte, es la falta de gasolina y no la crisis del COVID-19, que el régimen de Nicolás Maduro dice tener controlada, la causante de que se haya prorrogado un mes más, hasta el 15 de mayo, la cuarentena que comenzó en marzo.

La oposición, en general, señala que el régimen utiliza la escasez de combustible como un mecanismo más de control social ante un panorama económico desesperado. Expertas como Susana Rafalli, asesora en nutrición de la Fundación Cáritas, han elevado su preocupación por daños como la pérdida de la cosecha de plátano macho, básicos en la dieta de los venezolanos. 

Alimentos escasos y caros

Las cosechas llegan a las ciudades muy mermadas. Ya comienza a sentirse la escasez de vegetales y frutas frescas, y a un precio muy elevado: un kilo de limones, o un aguacate, pueden valer 4 dólares, el sueldo mínimo de un venezolano.

Grupos de personas recorren las calles solicitando que les den algunos alimentos, especialmente cereales. Y han aumentado, sobre todo en Caracas, los que buscan en la basura de algo de comer. 

Refinerías colapsadas

El chavismo prácticamente ha optado por regalar la gasolina a los venezolanos, y al mismo tiempo, a desatender el mantenimiento de su parque de refinerías estatal, que en 1999 producía 1,3 millones de barriles y abastecía a todo el Caribe oriental.

El sistema de refinerías comenzó a colapsar en el 2012 y hoy, tras seis años de depresión económica, ni siquiera puede sostener un consumo de unos 160.000 barriles diarios, menos de la cuarta parte de hace ocho años. Suplió sus carencias con importaciones, a través de la empresa rusa Rosneft, que después de las sanciones impuestas por EE.UU. salió del mercado venezolano, dejándolo seco.

El régimen de Maduro ha canibalizado otras refinerías para poner en marcha una de las más pequeñas, la de El Palito (Carabobo), que carece de aditivos, que importaba y que las sanciones le impiden ahora comprar. Oliveros estima que El Palito no estará operativo hasta dentro de al menos un mes.

En cuanto a la comunidad gallega de Venezuela, también paralizada por el coronavirus, la Hermandad Gallega ha tenido que ingeniárselas para seguir atendiendo a los españoles de la tercera edad que forman parte de su centro de día.

El club ha seguido proveyendo medicamentos a los que tienen condiciones delicadas de salud procurándose la gasolina en las largas filas, y utilizando motos, que son vehículos que necesita menos combustible, dijo el presidente de la entidad, José Antonio Alejandro, que se encuentra en Ourense con sus padres, porque allí lo pilló el cierre aéreo del país sudamericano, mientras su familia permanece en Caracas.