Japón se prepara para una nueva era, la del emperador Naruhito

María Puerto TOKIO / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

El emperador Akihito y la emperatriz Michiko, en un acto el pasado enero
El emperador Akihito y la emperatriz Michiko, en un acto el pasado enero Ramiro Agustin Vargas Tabares / ZU

Akihito se convertirá mañana en el primer soberano nipón en abdicar en 200 años

30 abr 2019 . Actualizado a las 11:46 h.

Japón abrirá una nueva etapa de su historia con la sucesión del emperador Akihito en su hijo Naruhito. El país entrará en la era Reiwa, «bella armonía», y el nuevo emperador tendrá como reto modernizar la monarquía y adaptarla a las necesidades de la sociedad nipona actual, incluido el papel de la mujer. La era Heisei, la del emperador Akihito, que significa «alcanzando la paz», se extinguirá el martes cuando abdique. Será el primer emperador en 200 años en dar un paso al lado y abandonar el trono. Akihito sorprendió a su pueblo en agosto del 2016 al anunciar su intención de abdicar debido a su frágil salud. 

El 1 de mayo, Naruhito, de 59 años, accederá al trono del Crisantemo y se convertirá en el 126 emperador de Japón. Está considerado un hombre moderno, preparado y preocupado por el medioambiente. Es licenciado en Historia y ha sido el primer heredero al trono en vivir y estudiar en el extranjero. Se espera que esa experiencia cosmopolita se note en su reinado.

Según la Constitución japonesa, promulgada en 1947 bajo la influencia de Estados Unidos tras la rendición de Japón, la figura del emperador tiene un papel ceremonial, sin poder real. Naruhito tendrá que navegar entre el respeto a las rancias tradiciones de la monarquía nipona, la más antigua del mundo, y la necesidad de adaptarse a la realidad de la sociedad. 

La princesa triste

Esas contradicciones las ha vivido en primera persona. Su mujer, Masako, conocida como «la princesa triste», es un ejemplo extremo de cómo ha de cambiar el rol de la mujer en la sociedad nipona. Masako es de origen plebeyo, educada en el extranjero y habla seis idiomas. Su brillante carrera diplomática se truncó al casarse con el heredero en 1993. La experiencia internacional que podía aportar quedó ahogada por el rígido protocolo de la casa imperial. Y las presiones para dar un heredero varón, que no llegó, le han provocado una larga depresión que la ha alejado de la vida pública.

La vigencia de la ley sálica impedirá que la hija de la pareja, la princesa Aiko, herede el trono. A pesar de que una mayoría de la población aprueba la modificación de la ley para tener una emperatriz. El futuro de la casa imperial queda en manos de Hisahito, de 12 años, hijo del hermano de Naruhito. 

Vacaciones de 10 días

La sucesión imperial trae bajo el brazo otro hecho histórico en el país: unas vacaciones de diez días, algo inédito en el laborioso Japón y que no agrada a todo el mundo. Según una encuesta publicada por el diario Asahi Shimbun, el 45 % de los japoneses no «se sienten felices» con unas vacaciones tan largas. Naruhito hereda el trono de un país que debe hacer frente a graves desafíos, como el envejecimiento de la población, la inevitable apertura a la inmigración y la salida de un largo período de estancamiento económico. 

A nivel internacional, Japón vive un nuevo período de expansión. Es muy posible que la casa real choque con el Gobierno conservador de Shinzo Abe. El reinado de Akihito se ha caracterizado por la cercanía con el pueblo y la defensa del pacifismo. Naruhito puede tener problemas para conservar ese legado. Abe defiende romper con la Constitución pacifista y dotar al país de un verdadero Ejército. La emergencia de China y las amenazas de Corea del Norte son una buena justificación. Además, resurge sin complejos el nacionalismo nipón y el recuerdo de la Segunda Guerra Mundial ya queda muy lejos.