Jair Bolsonaro despide a un ministro cercano entre sospechas de corrupción

Miguel Piñeiro Rodríguez
Miguel Piñeiro BRASILIA / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Bolsonaro nombró a Bebianno (derecha) como ministro de la Secretaría General de Presidencia
Bolsonaro nombró a Bebianno (derecha) como ministro de la Secretaría General de Presidencia MAURO PIMENTEL

Gustavo Bebianno era uno de los hombres de confianza del presidente hasta verse salpicado por un caso de financiación electoral ilegal

19 feb 2019 . Actualizado a las 21:46 h.

Gustavo Bebianno era el mayor fan de Jair Bolsonaro. Donde muchos veían poco más que un friki para titulares de redes sociales, este maestro de artes marciales en Miami vio potencial electoral al más alto nivel. Bebianno convenció a Bolsonaro y su clan de hijos para afiliarse al minúsculo Partido Social Liberal (PSL) sobre la bocina, coordinó su exitosa campaña y, a cambio, pidió un ministerio. Por todo eso, y porque Bebianno era el presidente del PSL, es especialmente delicado su cese como ministro de la Secretaría General, por irregularidades en la financiación de la campaña que llevó a Bolsonaro al palacio de Planalto.

Fue una agonía de casi una semana para Bebianno después de que el diario Folha de São Paulo destapase que el ya exministro habría desviado millones de reales a candidaturas minúsculas del PSL que obtuvieron apenas votos, lo que es sospecha de movimiento de dinero de origen poco claro. El motivo del despido, sin embargo, oficialmente es otro: «Son razones de fuero íntimo», dijo un portavoz. Horas después, el propio Bolsonaro, en un vídeo en redes sociales, agradeció a Bebianno los servicios prestados y reconoció que pudo «haber malentendidos en ambas partes». Días antes, le había llamado mentiroso.

El matiz personal entre Bolsonaro, su hijo Carlos (concejal en Río de Janeiro y ariete principal contra Bebianno) es lo que separa el cese del que fuera líder del PSL del caso del actual ministro de Turismo, Álvaro Antônio, cuya carrera electoral se vio beneficiada por competir contra otras de esas candidaturas artificiales. Antônio sigue en el cargo, aunque su caso se destapó antes que el de Bebianno.

«Había más problemas que el de las candidaturas», explicó el vicepresidente, general Hamilton Mourão. El ala militar mira todo el proceso con recelo, por la actitud de Bolsonaro, el de sus hijos y el empujón de estos para la caída en desgracia de Bebianno, pensando que si son capaces de quemar a un íntimo colaborador del presidente, qué no podría ocurrir con los menos cercanos. El puesto de Bebianno lo ocupará el octavo general del Gobierno, Floriano Peixoto, otro veterano con experiencia como boina azul en Haití.

La salida de Bebianno debilita el ala civil del gabinete Bolsonaro y deja apenas a Onyx Lorenzoni con poder verdadero para maniobrar en el Congreso. Además, genera una brecha insalvable en el PSL, con 54 diputados ahora sin líder y a expensas de afinidades menos sutiles con los hijos del presidente. Pero, sobre todo, el escándalo arroja dudas sobre la financiación de la campaña de Bolsonaro, ya bajo sospecha por dinero no declarado para lanzar mensajes de forma masiva por WhatsApp, y después de que el entonces candidato presumiese de haber ganado con 10 veces menos dinero que sus rivales.

Mientras se perfila la reforma de las pensiones, Bolsonaro intenta navegar la primera crisis de su Gobierno, que puede empeorar si la división en el PSL atomiza aún más un Parlamento casi ingobernable. De fondo, sigue cerniéndose sobre el presidente el caso más grave: el que afecta a su hijo Flávio y su extraño asesor-chófer que llevaba grandes cheques para la esposa de Bolsonaro.